Quechuas, aymaras, mayas y ngöbes conocen el rumbo que caminan. Se los negaron antes, y lo anduvieron sin embargo, mas hoy su urgencia es extrema y no sólo hablan por ellos y su sobrevivencia. Al oponerse a la minería brutal, al absurdo científico de los transgénicos, al arrasamiento militar y propagandístico, las marchas apuntan a algo clave: la salvación de la Madre Tierra, de las propias naciones, de la especie humana.