Suplemento Ojarasca N° 179
"Crece a contracorriente la determinación de los pueblos para defender sus territorios, darse formas de gobierno legítimas y autónomas, e impedir que con su traición los gobiernos se salgan con la suya. La tierra no se vende, es herencia y es futuro."
Luego de las ambiciosas y brutales “reformas” salinistas, la propiedad agraria se fue desmantelando a marchas forzadas, hasta llegar a la presente situación de millones de emigrados y grandes extensiones enajenadas o devastadas bajo las premisas y los buldózer de la minería, las agroindustrias, el turismo, las hidroeléctricas, la especulación inmobiliaria, suelo y subsuelo. Así, cuando los vecinos del norte desearan clavarnos el popote, podríamos autorizarles no sólo usarlo, sino que les pondríamos el popote en la boca.
Desde entonces crece a contracorriente la determinación de los pueblos para defender sus territorios, darse formas de gobierno legítimas y autónomas, e impedir que con su traición los gobiernos se salgan con la suya. La tierra no se vende, es herencia y es futuro. La resistencia indígena impide hoy el desmantelamiento fatal del país. Veinte años después siguen en pie los ejidos, los centros sagrados, los territorios comunales, el kórima, el tequio. La indestructible civilización comunitaria de los pueblos.