Se equivocan los que creen que el cambio es ahora o nunca. Para como están el país y el mundo, la lucha se volvió permanente. La liberación nacional, el único horizonte de una verdadera democracia, ya aprendimos que ha de ser plural e incluyente. No termina con masacres, éxodos, guerras amorfas, cárceles repletas, huelgas vendidas, bloqueos reprimidos. Mucho menos con unas elecciones.