México: Para que no toquen nuestro maíz

Idioma Español
País México

"La Red en Defensa del Maíz lleva once años manteniendo a raya los transgénicos con la decisión —comunitaria, regional, nacional— de no dejar pasar semillas ajenas ni de la asistencia gubernamental; defendiendo la vida completa de los pueblos que se preocupan por cuidar el maíz, lo que implica que las comunidades reivindiquen activamente sus territorios y autogobiernos."

Para que no toquen nuestro maíz

Entre el 15 y el 17 de enero se reunió en asamblea la Red en Defensa del Maíz (RDM), en la que se reconocen más de mil 200 comunidades de unos 22 estados de la República.

La RDM lleva once años manteniendo a raya los transgénicos con la decisión —comunitaria, regional, nacional— de no dejar pasar semillas ajenas ni de la asistencia gubernamental; defendiendo la vida completa de los pueblos que se preocupan por cuidar el maíz, lo que implica que las comunidades reivindiquen activamente sus territorios y autogobiernos.

Ahora, la situación dio un vuelco. Felipe Calderón no pudo aprobar los permisos de siembra comercial de maíces transgénicos que están solicitando Monsanto, Pioneer y Dow, por la presión social que ejercieron las comunidades campesinas e indígenas, las organizaciones estudiantiles, el movimiento urbano popular y los investigadores nacionales e internacionales.

Pero el horizonte con Enrique Peña Nieto no es menos ominoso. Su llamada “Cruzada Nacional contra el Hambre”, muy lucidora ante organismos internacionales y opinión pública, podría tener a los transgénicos como justificación para acaparamientos de tierra, monocultivos y agricultura industrial con sus paquetes de agrotóxicos, derechos de propiedad intelectual y criminalización de las semillas nativas. Todo, en aras de programas autoritarios de intensificación de cultivos “para paliar el hambre”. No nos engañemos. Los transgénicos promueven todo lo anterior pero el hambre sólo la resuelven las propias comunidades, siempre. Que las cruzadas contra el hambre son contrainsurgentes lo demuestra el hecho de que todavía no faltan alimentos en el mundo sino la voluntad política mínima para actuar con justicia.

Como tal, la rdm refuerza sus alianzas nacionales e internacionales, promueve una amplia reflexión sobre las implicaciones desastrosas de los transgénicos para la diversidad del maíz en su centro de origen, y reivindica sus exigencias dentro del Tribunal Permanente de los Pueblos, que sesionará en México todavía dos años más.

(Ramón Vera Herrera)

El tesoro más grande

Joel Aquino

Hace más de quinientos años, los españoles llegaron, conquistaron, sometieron, masacraron, hicieron todo lo que pudieron. Sin embargo, no pudieron acabar con los pueblos indígenas, no acabaron con las culturas, no acabaron con los idiomas. Todo esto no ocurrió porque no pudieron tocar el maíz, y la población siguió con la capacidad de reproducirse puesto que lo mantuvo vivo.

Después vinieron otros dueños de grandes recursos económicos, primero los franceses, y después, sobre todo, estadunidenses. Y ésa es la gran desgracia de este país, que los gobiernos que hemos tenido han estado sometidos a los dueños de los grandes capitales estadunidenses y de Europa. No es un gobierno independiente y soberano el que tenemos, y menos el de ahora.

La “Cruzada Nacional contra el Hambre”, muy lucidora ante organismos internacionales y opinión pública, podría tener a los transgénicos como justificación para acaparamientos de tierra, monocultivos y agricultura industrial

Pero la gran ventaja es que hay una enorme conciencia en el país. Que los académicos y los científicos están dándonos todos los elementos necesarios para fundamentar por qué el maíz, o los maíces que hay en Mesoamérica y en particular en México, significan el corazón del pueblo mexicano.

En este momento, las compañías transnacionales, y particularmente Monsanto, están tocando el corazón y el cerebro del pueblo de México.

Y esto exige que la respuesta no sea sólo de los indígenas, sino de los campesinos, de los obreros, sindicalizados y no sindicalizados, de los estudiantes, los académicos y los científicos. Tiene que ser una gran movilización popular la que va a impedir que se entrometan, que intervengan en lo más sagrado del pueblo de México.

¿Cuál es la riqueza mas grande que tiene este país? Sus maíces. Pueden construir presas y afectar cientos de miles de vidas. Pueden construir una hidroeléctrica, pueden establecer una compañía minera, pero si tocan los maíces es algo terrible. Ya lo estamos viendo en las comunidades.

Antes en las comunidades zapotecas no había cáncer, no había diabetes, pero de veinte años para acá están aumentando progresivamente, y la gente concluye: el maíz de la Conasupo. El maíz que se compra en la Conasupo es el vehículo para precisamente meter enfermedades que no tienen curación hasta el momento.

Pero el Estado, a través de sus escuelas oficiales, desde el preescolar hasta la universidad, ha metido la idea a los ciudadanos, a los hombres y las mujeres, que es más cómodo, que es más práctico, comprar el maíz.

Ésa es la forma de arrancar de raíz las culturas. Si se atacan los maíces, sí se ataca el corazón de México. Esto significa arrancar las culturas zapoteca, la maya, la huave, la chinanteca: en fin, todas las culturas.

La agricultura moderna significa la muerte de las culturas prehispánicas. Está probado. No sólo hace veinte o treinta años: en este momento lo estamos viviendo. Sobrevivimos gracias a la diversidad de maíces que nos heredaron nuestros antepasados. Es el tesoro más grande que heredaron las culturas prehispánicas a las generaciones presentes.

Nuestra gran responsabilidad es defender estos maíces con la vida. No solamente con el pensamiento, sino con la vida. Y eso significa organizar familia por familia, porque sí se puede conquistar familia por familia para que conserven las diversidades de maíces que hay. Para que se recupere la autosuficiencia alimentaria, que se recupere la soberanía alimentaria: ésta es la única posibilidad de hacer posible el ejercicio de la libre determinación y la autonomía de los pueblos indígenas y recuperar la soberanía de este país.

Es un compromiso de todos. No sólo de los campesinos, sino de todo el país.
Aprovecho para declarar clausurada esta extraordinaria sesión que hemos tenido en defensa del tesoro más grande de México.

Discurso del histórico dirigente zapoteco de la comunidad de Yalálag, de la Sierra Norte de Oaxaca, en la clausura de la asamblea de la Red en Defensa del Maíz.

Fuente: Ojarasca 190 - febrero de 2013

Temas: Semillas, Soberanía alimentaria, Transgénicos

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