"Mantenerse en la palabra. Respetarla. Cumplirla. Jamás venderla ni traicionarla. Cuidarla. Cultivarla. Pensarla. Escribirla. Platicarla. El recurso más principal de los pueblos, por siglos, ha sido su palabra. Los intercambios con ella emprendidos. La plegaria, el mito originario, el testimonio directo, la demanda comunal y el compromiso pasan por ella. Quien no la honra la viola, traiciona, destruye. Bien lo han sabido los colonizadores siempre, de Hernán Cortés y los suyos a Enrique Peña Nieto & Co. Impedir la voz del indio, negarla, demolerla (con ocasionales maquillajes) es una forma artera de anular sus alientos. No han dejado de intentarlo los poderes, hace pronto serán 500 años en esta Mesoamérica que quién sabe cómo le hace pero todavía resiste."