Hoy, los pueblos, las comunidades, los colectivos indígenas-campesinos, pero también los colectivos urbanos de barriadas y favelas, la gente atrapada en los campos de jornal, en los invernaderos en condiciones de semiesclavitud, en las maquilas o las fábricas, van sabiendo más y más que para romper los cercos hay que reivindicar la construcción propia de los saberes, el impulso a nuestro tejido común de saberes no certificados. Hay que reivindicar nuestra recuperación de la historia propia, nuestro diagnóstico de las condiciones que pesan sobre nuestra región, nuestros canales de confianza, nuestra creatividad social: nuestra autogestión integral.