"Los países latinoamericanos tienen la asquerosa costumbre de asesinar a dirigentes indígenas, defensores de los derechos humanos y el medio ambiente, opositores a megaproyectos y al narcotráfico. Ahora la pandemia pone en crisis la continuidad de conocimientos, memorias, claves de existencia y resistencia, mitos pulidos a lo largo de los años y los siglos como piedras preciosas de la tradición oral y la historia colectiva. En México, tojolabales, purhépechas, nahuas, nu savi han perdido voces pilares. Como el resto de las sociedades nacionales, desde luego, la pandemia no distingue clases ni diferencias genéticas. Pero en muchos pueblos y tribus del continente, las pérdidas son especialmente irreparables".