"El mismo día que se firmó el TLCAN, en las montañas mexicanas mujeres y hombres estadistas y visionarios, campesinos e indígenas, en un silencio atronador le dijeron al mundo que ese no sería su mundo. Que si venían con tratados a robarles las tierras, a imponerles semillas, a dictarles normas, a invadir su cultura, allí no llegarían. Y así pasó. Un Estado perdió autonomía, pero unos territorios con lemas zapatistas –Aquí manda el Pueblo y el Gobierno obedece– ganaron dignidad y recuperaron todas las soberanías."