Mientras muchos expertos, con Al Gore al frente, nos proponen engañosas soluciones tecnológicas contra el cambio climático –que lo único que pretenden es asegurar y consolidar un modelo de sociedad y de consumo capitalista e injusto–, el mundo rural, en un ejercicio de responsabilidad y sabiduría, nos ofrece propuestas fácilmente aplicables (sólo se requiere voluntad política), efectivas a la vez que transformadoras