"En nuestro país, guardando siempre fidelidad al modelo agrícola industrial y reduccionista imperante, se ha optado por respaldar los intereses de las grandes compañías mundiales de semillas; por depurar normativas sobre semillas para que beneficien exclusivamente a las variedades comerciales, híbridos y transgénicos; por desconocer o subestimar la contribución extraordinaria de los campesinos, en la conservación de la biodiversidad agrícola panameña; por concederle escaso valor a la protección, conservación y mejoramiento de las semillas tradicionales, locales o criollas."