Hacia mediados de los noventa, muchos de los que trabajábamos en organizaciones no gubernamentales en apoyo a los derechos de los agricultores, anticipábamos un cambio estratégico importante en cuanto a los actores que deberían ser los portavoces de aquellas reivindicaciones. Mediante contactos informales entre las ONG y hombres y mujeres líderes campesinos, agricultores pequeños, pueblos indígenas, pescadores artesanales, agricultores urbanos, se articularon las bases para lo que en 1996 se lanzó en Roma, Italia, como la soberanía alimentaria.