En la pasada década de los 90, Bolivia vivía una oleada de privatizaciones impulsadas por los organismos internacionales como parte de un proceso de ajuste estructural. La concesión del sistema de agua de la ciudad de Cochabamba a un consorcio de capital extranjero ponía en riesgo el acceso a las fuentes de agua para las comunidades regantes y los barrios periurbanos. Las movilizaciones por el derecho a un bien básico dieron lugar a la “Guerra del Agua”, una lucha convertida en la primera victoria al neoliberalismo y en el inicio de un proceso de cambio.