Tocaron todas las puertas y nadie se las abrió, por eso los cañeros de Bella Unión, en la frontera uruguaya con Brasil, se decidieron, tomaron las tierras y se pusieron a trabajar. "En posesión de la tierra podemos trabajar todos los días, comer, levantar nuestras casas confortables, atender la salud y el bienestar de nuestras familias, educar bien a nuestros hijos(...) ¿es acaso delito luchar por defender el primer derecho a la vida?", reclaman los peludos, como se les conoce en Uruguay