Durante la reciente Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, quedó en evidencia que el tema cardinal de la "justicia" –quién tiene la responsabilidad histórica por las emisiones de los gases de efecto invernadero y quién paga el precio—y la cuestión esencial de cómo mejorar las vidas de cientos de millones de personas del Sur Global, en un espacio ecológico cada vez más acotado, deben constituir la médula de cualquier futuro régimen del clima viable. Cualquier otra cosa es sencillamente inaceptable. Sin embargo, pocos están dispuestos a reconocer esto, porque, en contraposición a los mecanismos de mercado y los arreglos tecnológicos que se promueven como soluciones donde "todo es ganancia", un nuevo régimen del clima que reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero de manera justa, exige que los ricos hagan reducciones muy grandes en sus emisiones, y que lo hagan muy pronto y rápido.