El desarrollo no es posible en la OMC
Este documento intenta resumir las diferentes posiciones de los gobiernos en las negociaciones de la OMC desde la Conferencia Ministerial de Hong Kong. Está basado y se nutre de los aportes de análisis realizados por organizaciones de investigación en políticas, movimientos sociales y coaliciones de la sociedad civil que monitorean la OMC. El documento tiene por objetivo ofrecer un recurso de información a movimientos sociales, organizaciones de la sociedad civil, representantes electos y grupos y personas preocupados por la situación de las negociaciones de la Ronda de Doha
ENFOQUE SOBRE COMERCIO - No. 122, Julio 2006
EL DESARROLLO NO ES POSIBLE EN LA OMC
Red por la Soberanía Alimentaria*
Para acceder al texto completo en inglés haga clic aquí
Introducción
El colapso de las negociaciones en la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC) no es más que una buena noticia para los pueblos del mundo. A pesar de los esfuerzos que han hecho algunas delegaciones para "salvar" la Ronda de Doha, las conversaciones de la reunión mini-Ministerial que estaba prevista entre el 29 de junio y el 2 de julio tampoco fueron fructíferas. Los países en desarrollo se mantuvieron firmes en sus posiciones y no cedieron a las demandas de los países desarrollados de proporcionar mayor acceso a los mercados agrícolas, de la pesca, la industria y los servicios, sosteniendo que los países desarrollados deben primero honrar sus compromisos largamente incumplidos de reducir los subsidios que distorsionan el comercio y promover un ambiente de negociación más equilibrado y equitativo dentro de la OMC.
Este documento intenta resumir las diferentes posiciones de los gobiernos en las negociaciones de la OMC desde la Conferencia Ministerial de Hong Kong. Está basado y se nutre de los aportes de análisis realizados por organizaciones de investigación en políticas, movimientos sociales y coaliciones de la sociedad civil que monitorean la OMC (ver la sección Referencias por más detalle). El documento tiene por objetivo ofrecer un recurso de información a los movimientos sociales, las organizaciones de la sociedad civil, los representantes electos y los grupos y personas preocupados por la situación de las negociaciones de la Ronda de Doha en este momento. Describe algunos de los acontecimientos importantes en general y proporciona un resumen de los problemas claves en las negociaciones sobre agricultura, AMNA y servicios.
El centro de atención de las negociaciones en la reunión que colapsó recientemente fue un "triángulo" de temas compuesto por el acceso al mercado en agricultura; la ayuda interna en agricultura, y el acceso al mercado de productos no agrícolas (AMNA o NAMA por sus siglas en inglés). En particular, la presión se concentró en que la Unión Europea (UE) mejorara su oferta en el tema de acceso al mercado agrícola, que Estados Unidos (EE.UU.) mejorara su oferta de reducir su ayuda interna y rebajara sus ambiciones en materia de acceso al mercado en agricultura y el AMNA, y para que los países en desarrollo más grandes acordaran mayores rebajas en sus aranceles industriales. Si bien la UE y el AMNA 11 indicaron una voluntad de ceder en sus posiciones, EE.UU. fue absolutamente renuente a revisar sus demandas de acceso al mercado o acordar mayores recortes en su ayuda interna.
Sin embargo, la batalla todavía no terminó. En agricultura, industria y servicios, que conforman el núcleo central de las economías de todos los países, todavía es posible que ocurra un 'toma y daca' de concesiones mutuas que pasará por alto las formas de sustento y el bienestar de cientos de millones de personas que no recibirán ningún beneficio de las ofertas que hoy están sobre la mesa de negociaciones comerciales. Igualmente grave es la potencial erosión de los derechos soberanos de los países de proteger el bien común y los intereses públicos en sus territorios como resultado de los compromisos que se asumen en la OMC.
Las negociaciones las está llevando adelante el G6, conformado por EE.UU. la UE, India, Brasil, Australia y Japón. Como siempre, las negociaciones son verticalistas y para nada transparentes, y es muy probable que la mayoría de los miembros de la OMC todavía pueda ser llevada a aceptar el paquete comercial acordado por una minoría. En una oferta renovada para "salvar" la Ronda de Doha, el G6 había planificado dos reuniones en Ginebra en julio, primero el 23 y 24 de julio, y luego nuevamente el 28 y 29 de ese mismo mes, también en Ginebra. La reunión del 23 de julio no produjo un nuevo paquete comercial. Está por verse si se podrá lograr algún acuerdo en las próximas semanas.
En general, podemos decir que los siguientes eventos y problemas han sido centrales en las actuales negociaciones.
1. Se le ha dado al director general de la OMC Pascal Lamy la tarea de "facilitar" el consenso entre los miembros de la OMC. Esto es sumamente peligroso ya que Lamy conoce los temores e inseguridades de los países en desarrollo miembros, en especial de los países menos adelantados (PMA) y el grupo de África, que se han mostrado hasta ahora muy fuertes en la defensa de sus posiciones.
Ha existido la preocupación de que el propio Lamy pudiera surgir con un texto borrador de negociación basado en las "convergencias" que él mismo perciba. Lamy también ha intentado virar el lenguaje de las negociaciones para reforzar el acceso al mercado en vez del desarrollo. Antes y durante la mini-Ministerial hizo reiterada mención a los "nuevos flujos comerciales" que suponen la reducción de los aranceles obligatorios de un país por debajo de la tasa aplicada.
También faltó claridad respecto a qué implica en realidad el mandato de Lamy. Es muy posible que Lamy mismo genere las convergencias en base a sus discusiones con el G6. Y aún más, que estas convergencias solamente aborden lo que él y el G6 consideran "modalidades centrales" mientras ignoran otros temas cruciales, como los productos especiales (PE) y las medidas de salvaguarda especial (MSE) en agricultura, las flexibilidades en el AMNA y cómo lidiar con la erosión de las preferencias. Muchos países en desarrollo temen además, que la urgencia del cronograma para alcanzar rápidamente un acuerdo presione a los países en desarrollo a aceptar un acuerdo que no han comprendido técnicamente en su totalidad (debido a lo exiguo del plazo) o con el que no concuerdan sustancialmente.
2. Durante la reunión del G6 antes de la reunión mini-Ministerial del 29 de junio, Lamy habló de la "zona de aterrizaje de 20" como una posible posición de negociación o una meta. La "zona de aterrizaje" de Lamy es el lugar al cual probablemente él lleve la llamada "convergencia" de las posiciones de negociación. Esto significa: EE.UU. adopta un techo de US$ 20.000 millones para los subsidios agrícolas, los países en desarrollo reducen sus aranceles industriales a u tope del 20%, y los miembros de la OMC adoptan la sugerencia del G20 sobre aranceles agrícolas. Los primeros dos elementos de esta posición no representan ningún beneficio en absoluto para los países en desarrollo. El segundo elemento les pide a los países en desarrollo que reduzcan los aranceles industriales mucho más de lo que éstos proponen actualmente.
Con respecto a los topes de la ayuda interna y los subsidios a la agricultura de Estados Unidos, es necesario primero examinar la propuesta que presentó ese país. La oferta de octubre de 2005 de Estados Unidos de reducir su ayuda interna no tocaba las ayudas que realmente proporciona ese país en la actualidad. Los recortes propuestos le permitían continuar ofreciendo US$ 23.000 millones de ayuda interna, una cifra superior a la que proporciona en la actualidad. Pero lo que es más importante, las reducciones propuestas no incluyen los US$ 51.000 millones que se reparten a través de la Caja Verde, que no se tocan ni siquiera en el marco de las negociaciones actuales. La sugerencia de Lamy para que Estados Unidos reduzca sus subsidios a US$ 20.000 millones es insignificante ya que el 70% de los subsidios de ese país se concentra en la caja verde. Sería muy fácil para Estados Unidos acudir a alguna maniobra creativa de contabilidad que le permita traspasar alrededor de mil millones de dólares en subsidios de la caja azul a la verde, y de esta forma neutralizar totalmente cualquier reducción real en los niveles generales de ayuda interna y subsidios.
En ese escenario, los países en desarrollo sólo podrían enfrentar a Estados Unidos apelando al Mecanismo de Solución de Diferencias (MSD o DSM por sus siglas en inglés). Pero a pesar de haber ganado casos, como el del algodón, los países en desarrollo, incluido Brasil, no han conseguido asegurar que Estados Unidos acate efectivamente las decisiones del MSD. Igualmente preocupante es que Estados Unidos está pidiendo ahora que se restituya la "cláusula de paz" en el Acuerdo sobre Agricultura (AdA). La "cláusula de paz" es una disposición acordada en la Ronda Uruguay que establece un período de gracia de 9 años durante el cual las políticas de ayuda interna y las medidas de subsidio a la exportación quedaban exentas de cualquier tipo de demanda ante el MSD. Esta cláusula expiró el 31 de diciembre de 2003, y desde entonces Estados Unidos ha sido afectado por diversas disputas, entre ellas la del algodón. El Presidente de la Comisión de Agricultura Crawford Falconer no incluyó la "cláusula de paz" en el texto de la mini-Ministerial, basándose en que la misma no forma parte del mandato de Doha. Sin embargo, Lamy parece estar abierto a volverla a introducir como "un detalle hacia el final de la ronda, tal como en el caso de la Ronda Uruguay".
Si las propuestas de Lamy son aceptadas, el dumping de productos agrícolas provenientes de Estados Unidos y la Unión Europea continuará. Y si la "cláusula de paz" se vuelve a introducir, ni siquiera será posible cuestionar la caja verde a través del MSD. La ronda entonces habrá servido sólo para abrir los mercados de los países en desarrollo, tanto a los productos agrícolas como a los industriales.
3. Hasta ahora Estados Unidos no manifiesta ninguna voluntad de reducir la ayuda interna a su agricultura, ni sus demandas de acceso a los mercados agrícolas e industriales (AMNA) de los países en desarrollo. La legislación estadounidense, en cierta forma, ha generado una presión especial para fijar la fecha límite de las negociaciones. Actualmente, el Representante de Comercio estadounidense todavía tiene mandato para negociar acuerdos por la "vía rápida" (el llamado ' fast track' proveniente de la ley de promoción comercial de Estados Unidos de 2002), pero éste expira a mediados de 2007. La autoridad del "fast track" o vía rápida, significa que el Congreso estadounidense sólo puede aceptar o rechazar el arreglo que emerja de las negociaciones pero no puede modificarlo. Sin la autoridad de "fast track", la oficina del Representante de Comercio negocia sin ninguna certidumbre, ya que el Congreso tiene la potestad de enmendar el acuerdo incluso después de que el mismo sea aceptado por la OMC, y de esta forma las negociaciones se transforman en una pérdida de tiempo. Para adaptarse al plazo de la autoridad de vía rápida o "fast track" del Representante de Comercio estadounidense, las negociaciones que se llevan adelante en la actualidad deben concluir como último plazo a fines de 2006, para darle tiempo con posterioridad a esa fecha al Representante de Comercio para preparar el texto legal que debe presentar ante el Congreso, etc.
A pesar que la Oficina del Representante de Comercio dispone actualmente de mandato para negociar por la vía rápida, el Congreso ya le ha indicado a esta oficina qué aceptará y qué no en el marco de un acuerdo comercial. Es muy probable que el Congreso, asediado por el cabildeo de los grupos de presión de la agroindustria y otros intereses comerciales, rechace cualquier acuerdo que no signifique mejoras importantes en el acceso a mercados para las exportaciones agrícolas estadounidenses. La propuesta del G33 sobre Productos especiales (PE) y Medidas de Salvaguardia Especial (MSE) exige la más completa flexibilidad en el uso de los PE y las MSE para proteger la seguridad alimentaria, las formas de sustento de los agricultores y el desarrollo rural. Pero la propuesta agrícola estadounidense impone límites al número de productos a ser designados como "sensibles" o "especiales" y también a la medida en la cual los países en desarrollo pueden hacer uso de las MSE. Con respecto al acceso al mercado de servicios según el Modo 4 en las negociaciones del AGCS, el Congreso de Estados Unidos ha dejado claro que no aceptará un acuerdo que modifique la política migratoria del país, anulando así cualquier posibilidad de nuevas visas para los países en desarrollo en el marco del Modo 4.
La intransigencia que caracteriza hoy a Estados Unidos es tácticamente útil a la causa de infringirle un grave golpe a la Ronda de Doha. Sin embargo, independientemente de los compromisos que Estados Unidos o cualquier otro país desarrollado pueda asumir, no hay nada en las negociaciones de la Ronda de Doha que signifique una esperanza para el desarrollo o para la transformación de la OMC en un sistema multilateral justo de comercio mundial basado en reglas.
4. Los países en desarrollo mantuvieron una posición unificada contra los países desarrollados antes y durante la última mini-Ministerial. Han adquirido mayor protagonismo en sus críticas a la Ronda de Doha por no ser una "ronda de desarrollo" como se prometiera, sino una "ronda de acceso a mercados". Esto es importante. Aunque los PMA, los países africanos, el G33 y el G90 ya planteaban este punto de vista antes y durante la Conferencia Ministerial de Hong Kong, los demás países del G20 se mantenían más o menos silenciosos al respecto. Ahora incluso la India, Brasil y Sudáfrica señalan la importancia del "desarrollo" en sus declaraciones de prensa.
El 1º de julio, todos los agrupamientos de países en desarrollo el [G20, el G33, el grupo de África, el Caribe y el Pacífico (ACP por sus siglas en inglés), los Países Menos adelantados (PMA), el Grupo de África, las Economías Pequeñas y Vulnerables (SVE por sus siglas en inglés), el AMNA 11, el Algodón 4 y CARICOM] sostuvieron una conferencia de prensa conjunta en la cual enfatizaron que la ausencia de avances en las conversaciones se debe a que algunos países desarrollados no desean ceder más en sus compromisos y le piden a los países en desarrollo que rebajen más sus aranceles en el AMNA, mientras los países desarrollados no tienen la voluntad de asumir compromisos similares ni en el AMNA ni en agricultura.
Los gobiernos de estos países hasta ahora se han plantado firmes en los siguientes temas:
- Los países en desarrollo están unidos en torno a que la ronda de negociaciones de Doha debe ser una ronda de desarrollo; la dimensión del desarrollo no está abierta a una renegociación, y los países en desarrollo "recuperarán" la esencia de la ronda de desarrollo.
- Los gobiernos declaran que las flexibilidades que exige la propuesta del G33 respecto de Productos Especiales (PE) y Medidas de Salvaguardia Especial (MSE) tienen por intención la protección de sectores específicos que son vulnerables, y no tienen por objetivo erosionar el acceso al mercado como sostienen los países desarrollados.
- Los países en desarrollo tienen vulnerabilidades diferentes y los beneficios del acceso a los mercados también difieren entre los distintos grupos de países en desarrollo, por ende las flexibilidades para proteger sectores específicos vulnerables y grupos objetivo son muy importantes para poder defender el desarrollo.
- Es necesario que el acceso de los países en desarrollo a los mercados de los países desarrollados sea facilitado y no viceversa. Los países desarrollados quieren acceso al mercado en el AMNA, la agricultura y los servicios y quieren también retener los niveles de ayuda interna y subsidios en agricultura; esto no es aceptable para los países en desarrollo.
- Los medios de vida y el sustento de los campesinos y agricultores de los países en desarrollo no son negociables.
- Ningún paquete comercial debe poner en desventaja a las economías pequeñas y vulnerables, dada su vulnerabilidad y su ya extremo grado de apertura al comercio y las inversiones.
- En las negociaciones del AMNA, los países desarrollados han presentado demandas a los países en desarrollo que no son realistas, y que han estado motivadas en grupos específicos de interés de carácter comercial de los países desarrollados.
- El nivel de reducciones arancelarias en el AMNA que se está exigiendo a los países en desarrollo determinará una distorsión social y un ajuste social de gran envergadura, sin que se esté discutiendo ninguna medida compensatoria.
- Las preocupaciones de los PMA y las economías pequeñas y vulnerables están siendo marginadas por las demandas de los países desarrollados en las negociaciones del AMNA.
- Las reglas de comercio de la OMC son inequitativas ya que la ayuda interna y los subsidios a la exportación son legales para la agricultura pero ilegales para los productos industriales.
- La propuesta del grupo conocido como Algodón 4 ( Cotton 4) debe ser incluida en cualquier acuerdo nuevo.
- En las negociaciones del AMNA, la Declaración de Hong Kong estipula la reciprocidad menos que plena para los países en desarrollo, y la misma debe aplicarse en la discusión de las reducciones arancelarias.
- Los países en desarrollo ponen más en juego que los países desarrollados en el sistema de comercio multilateral; están comprometidos a completar la ronda pero los países desarrollados deben demostrar sus propios compromisos primero.
- Aunque es necesario que haya mejores concesiones en torno a la ayuda interna en agricultura, el acceso a los mercados agrícolas y el AMNA, los tres elementos no son iguales; los resultados más importantes deben lograrse en las áreas en las que radican las mayores distorsiones, es decir, agricultura, que desplaza los productos de los países en desarrollo y amenaza el sustento de cientos de millones de campesinos pobres.
- El acceso al mercado será un componente importante de una Ronda exitosa, pero la apertura del mercado en los países en desarrollo debe tomar en cuenta sus realidades sociales y económicas.
- Una Ronda de desarrollo no debe derivar en la desindustrialización del mundo en desarrollo.
- El trato especial y diferenciado (TED) debe integrarse en todas las áreas de las negociaciones; particularmente importantes son las flexibilidades en el AMNA para el desarrollo industrial de los países en desarrollo, y los PE y las MSE para abordar la seguridad alimentaria, el desarrollo rural y las preocupaciones relativas a las formas de sustento de los países en desarrollo.
- Es necesario cumplir con las expectativas de los PMA respecto de la puesta en práctica de la Decisión de la Cumbre ministerial de Hong Kong sobre acceso a mercado sin aranceles ni cuotas, y la simplificación de las reglas de origen.
- Se deben abordar los temas relativos a la erosión de la preferencia; y
- El proceso de negociación debe ser de abajo hacia arriba, inclusivo y transparente.
Al mismo tiempo, sin embargo, la mayoría de los países en desarrollo reafirmaron su compromiso con la terminación exitosa de la Ronda de Doha para fines de 2006.
Los grupos de PMA, SVE y ACP consideran que un sistema de comercio bilateral es más hostil que un sistema multilateral, y parecen estar comprometidos en hacer que la OMC "funcione" para ellos. Es muy posible que sean empujados a aceptar un acuerdo de comercio antagónico para sus intereses bajo la presión de "salvar la ronda"
El artículo completo en inglés está disponible aquí
******
FMI: ACHICARLO O HUNDIRLO
Declaración de consenso y documento de estrategia
24 de julio de 2006
Para adherir haga click aquí y desplace el cursor hasta el final
El documento que figura a continuación fue redactado en forma colectiva a lo largo de un período de dos meses por representantes de las organizaciones que asistieron a la Sesión de Estrategia sobre el Fondo Monetario Internacional en el Instituto de Estudios de Políticas en Washington DC, al realizarse la reunión de Primavera del FMI y el Banco Mundial en la tercer semana de abril de 2006. El mismo está circulando en todo el mundo para lograr adhesiones antes de la importantísima reunión de otoño de las instituciones de Bretton Woods que se realizará en Singapur entre el 13 y el 20 de septiembre de 2006. El documento, con la lista de firmantes, se presentará a los gobiernos que asistan a la reunión. Se pretende que éste sea el acto de apertura de una campaña mundial, en la cual los otros elementos serán una conferencia sobre el futuro del Fondo a realizarse en Singapur el 17 de septiembre, y eventos alternativos que se desarrollarán en la cercana isla de Batam en Indonesia del 15 al 19 de septiembre.
(Firmantes iniciales: Instituto de Estudio de Políticas; Sisters of the Holy Cross Congregation Justice Committee; Focus on the Global South; Jubileo Sur; 50 Años Basta; Gender Action; Oficina de Amistad Nicaragua-Estados Unidos; Solidarity Africa Network; Development Gap; Citizens'Action for Essential Services; Center for Policy Research and Education; Asian Indigenous Women's Network (AIWN); Jerry Mander, co-director, Foro Internacional sobre la Globalización).
El Fondo Monetario Internacional atraviesa quizá su momento de mayor vulnerabilidad en años. La institución vive una triple crisis -crisis de legitimidad, crisis presupuestal y crisis de roles- que no tiene paralelo en sus 62 años de existencia. Estas circunstancias le ofrecen a los críticos del Fondo una oportunidad para achicarlo radicalmente, desempoderarlo, o porqué no cerrarlo definitivamente. Si no se la aprovecha, esta oportunidad puede escaparse y las circunstancias podrían cambiar y fortalecer y salvar al Fondo.
Hace diez años, el Fondo volaba alto, arrogante en su convicción de que sabía lo que era mejor para los países en desarrollo. Hoy, el Fondo es una institución cercada que se esconde detrás de sus cuatro paredes en Washington DC, incapaz de montar una respuesta efectiva al creciente número de opositores y críticos.
Crisis de legitimidad
La crisis financiera asiática, que arrasó a las afamadas economías de los tigres asiáticos en el verano y otoño de 1997, fue el factor determinante que le cambio la suerte al Fondo. La crisis asiática fue el "Stalingrado" del FMI, y nunca ha logrado recuperarse. Al decir de Dennis de Tray, un alto ex funcionario del FMI que servía en el Banco Mundial en Yakarta al momento de la crisis, "El Fondo perdió su legitimidad en ese momento y no la recuperó más"(i).
El Fondo sufrió tres golpes devastadores durante la crisis. Primero fue considerado responsable de la política de eliminar los controles al capital que siguieron muchos de los gobiernos del Este asiático en los años precedentes a la crisis. Esta política de liberalización de las cuentas de capital atrajo miles de millones de dólares de capital especulativo entre 1993 y 1997, pero también aseguró que no hubieran barreras para la salida de los capitales durante el pánico del verano de 1997, cuando unos US$ 100.000 millones de dólares abandonaron las economías de Indonesia, Filipinas, Tailandia, Malasia y Corea del Sur en unas pocas semanas.
El segundo golpe fue la percepción generalizada de que los paquetes de rescate de varios miles de millones de dólares reunidos por el FMI para los países afectados no se destinaron efectivamente al rescate de las economías sino a pagarle a los acreedores extranjeros y a la inversión especulativa. El Citibank, por ejemplo, a pesar de estar muy sobre-expuesto en Asia, no perdió un centavo durante la crisis. Estos acontecimientos escandalosos levantaron fuertes críticas contra el FMI, incluso entre los partidarios del libre mercado como George Shultz, ex Secretario de Estado en la presidencia de Richard Nixon, que declaró que el Fondo estaba alentando un "peligro moral" y por tanto debía ser abolido.
El tercer golpe al Fondo provino de los resultados que produjeron los programas de estabilización sobre las economías en crisis. Con su énfasis desatinado en la reducción del gasto público como método para luchar contra la inflación, estos programas efectivamente aceleraron la caída de estas economías a una recesión.
La debacle financiera asiática dio ímpetu a una revisión, que todavía está en marcha, de los programas de ajuste estructural que el Fondo, junto con el Banco Mundial, le había impuesto a más de 90 economías en desarrollo y en transición desde 1980. Pocos de estos programas tuvieron algún éxito en generar el crecimiento, la reducción de las inequidades y la reducción de la pobreza que se había prometido a los países que adoptaron estos programas. En realidad, los programas de terapia de choque del FMI en Rusia y Europa Oriental condujeron a millones de personas a engrosar las filas de pobres en la década de 1990(ii). Tan deprimentes fueron los resultados que el extendido programa de ajuste estructural del Fondo tuvo que ser renombrado como el "servicio para el crecimiento y la lucha contra la pobreza".
En 2002, cuando el Fondo todavía sufría las consecuencias de la crisis financiera asiática, colapsó Argentina, con un default de US$ 100.000 millones de los US$ 140.000 millones de su deuda externa. Quizá más que cualquier otro país en el mundo, Argentina había seguido al pie de la letra las prescripciones neoliberales del FMI, incluida la desregulación radical, la liberalización radical de las tarifas, y la liberalización financiera. El Fondo fue también el gran defensor de la convertibilidad del peso argentino, que ató la oferta de pesos argentinos al dólar en circulación dentro del país. Cuando esta mezcla de políticas se desbarrancó en 2001 y 2002, el mismo destino sufrió la credibilidad del FMI en tanto había puesto miles de millones de dólares en préstamos de estabilización para apoyarlas.
Las postrimerías de la crisis fueron incluso más perjudiciales. Cuando Nestor Kirchner fue electo presidente de Argentina en 2003, declaró que su gobierno repagaría su deuda a los acreedores privados, pero sólo a 25 centésimos por dólar. Furiosos, los acreedores le pidieron al FMI que tomara medidas frente a Kirchner, pero con su reputación hecha jirones y su capacidad de presión debilitada, el Fondo se retractó de la posición de confrontar al presidente argentino, que se salió con la suya, logrando una rebaja radical de la deuda externa de su país con el sector privado internacional (iii).
Con otro grupo de actores –los gobiernos de los países en desarrollo- la siguiente movida de Argentina junto con Brasil, sacudió la imagen del Fondo como prestamista indispensable de último recurso. Ambos gobiernos cancelaron sus deudas con el Fondo, lo que les permitió declarar su independencia de esta institución tan odiada en América Latina.
Crisis presupuestal
La crisis de legitimidad ha acarreado consecuencias económicas. En 2003, el gobierno tailandés declaró que había pagado la mayor parte de su deuda con el FMI y que pronto obtendría su independencia económica de la organización. Indonesia finalizó su contrato de préstamo con el Fondo en 2003 y anunció recientemente su intención de cancelar su deuda externa multimillonaria en dos años (iv). Otra serie de grandes prestatarios de Asia, preocupados por las devastadoras consecuencias de las políticas impuestas por el Fondo, han dejado de pedir nuevos préstamos. Entre éstos están Filipinas, India y China. Ahora, esta tendencia ha sido reforzada por las recientes actitudes de Brasil y Argentina, que al saldar todas sus deudas y declarar su soberanía financiera, implícitamente afirmaron que no quieren volver a tomar préstamos del FMI.
Esto, que es de hecho un boicot de parte de los grandes prestatarios, está derivando en una crisis presupuestal del Fondo, ya que en las últimas dos décadas las operaciones del FMI han sido crecientemente financiadas con las amortizaciones de los países en desarrollo que son clientes del Fondo y no por las contribuciones de los países ricos del Norte, que deliberadamente han traspasado el peso del sostén de la institución a los prestatarios. El resultado de estos acontecimientos es que los pagos de cargos e intereses, según las proyecciones del Fondo, se reducirán en más de la mitad, pasando de US$ 3.190 millones en 2005 a US$ 1.390 millones en 2006 y nuevamente a la mitad con una previsión de US$ 635 millones para 2009, lo que generaría lo que Ngaire Woods, una especialista en asuntos del Fondo de la Universidad de Oxford ha descrito como "una reducción enorme del presupuesto de la organización" (v).
Crisis de roles
La erosión del papel del Fondo como disciplinador de los países endeudados y como aplicador de los ajustes estructurales ha sido acompañada por una búsqueda inútil en aras de encontrar un nuevo rol para el Fondo.
El intento del Grupo de los Siete de transformar al Fondo en pieza central de una nueva "arquitectura financiera global", poniéndolo a cargo de una "línea de crédito de contingencias" a la cual los países al borde de una crisis financiera tuvieran acceso si cumplían con las condiciones macroeconómicas aprobadas por el FMI, fracasó cuando se señaló que el espectáculo de un gobierno buscando acceso a esta línea de crédito sería por si mismo un disparador del pánico financiero que ese gobierno pretendía evitar.
La propuesta de crear un "Mecanismo de reestructuración de la deuda soberana" –una versión internacional del mecanismo de salvataje por quiebra estipulado en el Capítulo 11 del TLCAN, que proporcionaría a los países protección de sus acreedores mientras se encaminaban a un plan de reestructura- se desplomó debido a las objeciones de los países del Sur que sostuvieron que era demasiado débil y a la oposición de EE.UU. que temía que esto fuera en desmedro de la libertad de funcionamiento de los bancos estadounidenses.
En la reciente reunión del FMI en la primavera de este año, se le encomendó al Fondo el monitoreo de las relaciones entre los países asociados a desequilibrios macroeconómicos globales- es decir con superávit o déficit comercial masivos- pero el mandato fue extremadamente vago. Si hay algo que refleja es justamente la desesperación de los países del G8 por encontrar un rol para una burocracia de la economía internacional que se ha tornado obsoleta e irrelevante.
Porqué debemos actuar ahora
El momento actual, cuando el Fondo está más vulnerable que nunca debido a su triple crisis, es el más oportuno para lanzar una campaña para desempoderarlo: ya sea "achicarlo" o simplemente eliminarlo.
Existen tres factores que pueden favorecer el éxito de esta campaña:
En primer lugar, como lo señaláramos anteriormente, los países en desarrollo que han sido los principales clientes del Fondo están hartos de la institución y quieren abandonarla.
En segundo lugar, la elite estadounidense está más dividida que nunca respecto del Fondo, y hay un número importante de conservadores que lo quieren cerrar. La última vez que se planteó la reposición de los recursos del Fondo en el Congreso estadounidense en 1998, la medida apenas logró ser aprobada. Es muy dudoso que una medida de reposición logre la aprobación del Congreso hoy.
Tercero, EE.UU y algunos países clave de Europa han tenido diferencias importantes en cuanto a sus políticas para el FMI. Algunos gobiernos europeos clave, por ejemplo, querían usar al FMI para que Argentina saldara sus deudas con los tenedores de bonos principalmente europeos. La administración Bush por su parte, tuvo una respuesta fría ante esta idea, ansiosa de impedir que los recursos del Fondo sirvieran de fianza para los especuladores europeos (vi). Otra expresión reciente de las divergencias se apreció en la actitud positiva de los gobiernos europeos para crear el Mecanismo de Reestructuración de la deuda soberana, que fue duramente atacado por Estados Unidos.
En suma, los tres pilares que le sirvieron de fundamento al Fondo durante sesenta años –la creencia en su indispensabilidad por parte de los países en desarrollo, un "consenso internacionalista" entre la elite estadounidense, y el consenso transatlántico ente las elites europeas y estadounidense—están notoriamente erosionados, lo que abre posibilidades reales para que una campaña de la sociedad civil global pueda desempoderar o eliminar al Fondo.
¿Prestamista indispensable de último recurso?
Si bien cada vez más personas y grupos que monitorean al FMI concuerdan en su creciente disfuncionalidad, hay quienes dudan exigir su cierre, porque sienten que sigue siendo necesario contar con un "prestamista de último recurso" para los países en desarrollo (vii).
Ése ha dejado de ser un rol viable para el FMI.
Para muchos países asiáticos, la respuesta es una institución regional, que entienda las complejidades de la región mejor que el Fondo y que por tanto tenga mayor criterio a la hora de imponer condicionalidades. El Fondo Monetario Asiático (AMF por sus siglas en inglés) que fue vetado por Washington y el FMI durante la crisis financiera asiática podría haber cumplido ese papel. De hecho, el acuerdo de "ASEAN más tres" le podría permitir a los países del este asiático avanzar ahora hacia la creación de dicho agrupamiento financiero regional.
Hay también iniciativas para una institución regional en Latinoamérica que podría tener como una de sus funciones servir como fuente de capital y como prestamista de último recurso: la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), impulsada por Venezuela, Bolivia y Cuba.
Pero cabe una objeción: el Este asiático y América Latina tienen recursos de capital significativos que pueden servir para crear un fondo común para préstamos de último recursos de carácter regional. Pero ¿qué pasa con África que es pobre en capitales? Ésta es la preocupación que ha determinado que muchos gobiernos africanos se mostraran renuentes a distanciarse del Fondo.
En primer lugar, la principal necesidad del África sub-Sahariana, como en la mayoría de los países del Sur, es la anulación genuina de la deuda sin condicionalidades externas, no el falso alivio para los "países pobres muy endeudados" atado a condicionalidades del estilo del FMI. Tal anulación genuina incluiría la deuda de los países africanos con el FMI, algo a lo que el fondo se opone tenazmente, aunque aceptó a regañadientes anular la deuda de 19 países pobres muy endeudados. En cuanto al tema de quién serviría de prestamista de último recurso de África, se trata de una cuestión importante, pero los terribles antecedentes del fondo con su mala asesoría y sus políticas nefastas en esta área difícilmente le permitan calificar para continuar en ese rol (viii). Como anotara un especialista, África no sólo se está transformando en el refugio de las políticas que han fracasado en el resto del mundo, sino que además éstas están siendo implementadas por personal del Fondo con menos experiencia y de menor rango (ix).
En vez de confiar en el FMI, los gobiernos africanos podrían plantearse la cooperación de los países en desarrollo relativamente ricos en capital como China, Venezuela, India y Sudáfrica para crear una institución regional que pudiera servir como prestamista de último recurso. Sin embargo, aprendiendo de su propia experiencia con el Norte y el FMI, deben insistir en obtener acuerdos equitativos, no sujetos a ser manipulados por estos gobiernos, algo que no será fácil, ya que algunos de ellos son simplemente tan explotadores como los del Norte.
Pero no existe otra opción para los africanos más que hacerse del control de los recursos de su rico continente –a través de la cancelación o el repudio de la deuda, o a través de alianzas con potenciales aliados afines, como Venezuela y otros, que ya han cortado sus ataduras con el Fondo- y movilizarlos para su desarrollo, en vez de permitir que se desangren en el pago de una deuda gigantesca, y vayan a parar a manos de los grandes acreedores, el Banco Mundial y el FMI.
Las consecuencias de dejar pasar esta oportunidad
El FMI se encuentra hoy prácticamente noqueado, pero no se debe subestimar su capacidad de recomponerse. Todavía pueden sobrevenir circunstancias imprevistas que lleven a Estados Unidos y a los países europeos a reconstruir un frente unido para revivir a la institución. O es posible que Estados Unidos mantenga vivo al Fondo con apoyo artificial para que éste sirva como brazo de facto de las políticas unilaterales de Washington, por ejemplo para disciplinar a China y que ésta revalúe el renminbi para solucionar el problema de la balanza comercial de Estados Unidos.
En otras palabras, no podemos darnos el lujo de quedarnos al margen y disfrutar viendo como el Fondo se va apagando en su agonía. Debemos colaborar para llevarlo al destino que tanto merece.
Reivindicaciones y actividades de la campaña
Para lograr la meta estratégica de desempoderar al FMI, la Campaña debe instar a los gobiernos de los países del Sur a no celebrar nuevos acuerdos de préstamos con el Fondo.
La campaña debe además instar a los gobiernos a repudiar en forma unilateral las deudas que reclama el Fondo.
Debemos solicitarle a los países que tienen programas de alivio de la deuda ineficientes o falsos –como la Iniciativa para los Países Pobres Muy Endeudados (PPME o HIPC por sus siglas en inglés)—que son supervisados por el FMI y el Banco Mundial, que abandonen totalmente esos programas.
Asimismo, la Campaña debe solicitar a los gobiernos que participan de los planes de Estrategia de Lucha contra la Pobreza (ELP) que no usen los servicios de asesoría y gestión del Fondo o el Banco y revisen los compromisos que han asumido en el marco de esos planes, en caso de no abandonarlos unilateralmente. La denuncia sistemática de los impactos negativos de las condicionalidades que imponen el Banco y el Fondo en la producción, el empleo, los salarios, los ingresos, la equidad de género, la salud pública, los servicios públicos y el medioambiente constituyen una tarea fundamental. El Servicio para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza del FMI parece especialmente vulnerable en este punto, y una campaña que se centre en su clausura tiene posibilidades de tener éxito, y de esta forma generar una instancia que dé impulso a nuevas iniciativas.
Las disposiciones y prácticas de Congresos o Parlamentos de carácter presupuestal o de supervisión deben usarse para convocar audiencias y llevar adelante auditorías del FMI en Estados Unidos, Europa, Japón y los países del Sur. Renunciar a la membresía del FMI podría ser una alternativa que se puede plantear para concitar interés tanto de la sociedad civil como de los gobiernos. Realizar un foro sobre este tema en un país líder Argentina, por ejemplo, podría ser un elemento para generar luego foros similares en otros países.
Esto podría acompañarse con consultas populares de la sociedad civil en torno a la permanencia o no dentro del FMI, semejantes a la experiencia ejemplar llevada a cabo en Brasil con respecto a la conveniencia del Área de Libre Comercio de las Américas para ese país en 2002. Realmente, cuando existe la posibilidad de una victoria, podemos impulsar a los parlamentarios a votar si el país se retira o no del Fondo.
Es necesario organizar una gran conferencia sobre las alternativas al FMI respecto de su función como prestamista de último recurso en el año 2007, realizando un amplio trabajo de investigación preparatorio de este evento durante este año. Como forma de levantar el telón de esta conferencia, la Campaña debe auspiciar un seminario de un día sobre las alternativas al Fondo en Singapur, durante la reunión de otoño del Banco Mundial y el FMI en septiembre de este año.
Un principio operativo central de la campaña es brindarle a las distintas organizaciones que participan la oportunidad de unirse a la campaña en el nivel en que se sientan cómodas. Algunos gobiernos y organizaciones, por ejemplo, pueden no estar preparados todavía para adherir a un llamamiento para retirarse del FMI, pero pueden estar dispuestos a retirarse de un plan de Estrategia de Lucha contra la Pobreza o a solicitar la clausura del Servicio para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza (SCLP).
El desafío que enfrentamos
En su obra clásica, La Estructura de las Revoluciones Científicas, Thomas Kuhn demuestra cómo los paradigmas pasan de ser sistemas que motorizan un salto cuántico en el conocimiento hasta transformarse luego en obstáculos para ulteriores avances de la ciencia. En forma similar, el FMI ha pasado de ser una institución vital que contribuía al crecimiento económico y la estabilidad en las dos décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y se ha convertido en las últimas tres décadas en un gorila de 800 libras que bloquea la ruta al desarrollo sustentable de miles de millones de pobres en el mundo. Si esta institución obsoleta se hubiera clausurado en su 50 aniversario en 1994, 22 millones de indonesios y un millón de tailandeses se habrían salvado de caer por debajo de la línea de pobreza debido a las políticas de liberalización de cuentas de capital impuestas a los países del Este asiático; Argentina, el niño mimado e imagen predilecta del neoliberalismo estilo FMI, se habría salvado de la tragedia de tener más de la mitad de su población sin empleo y viviendo en la pobreza; miles de personas en Malawi se habrían salvado del hambre y la desnutrición resultante de la obligación impuesta a Malawi por el Fondo de "comercializar" su agencia de adquisición de alimentos y estabilización, en una medida que la llevó a la quiebra; 100 millones de personas en Rusia y Europa del Este no habrían experimentado una caída libre en la pobreza, como cortesía de los programas de terapia de choque del FMI.
La gobernanza económica mundial es importante, pero es un sistema en el que el Fondo tal como está configurado hoy ya no puede jugar ningún papel positivo. Las supuestas funciones de estabilización del Fondo en un mundo volátil de finanzas mundiales no reguladas, han sido consistentemente vulneradas por su miembro más fuerte, Estados Unidos, a la vez que su servicio como prestamista de último recurso ha sido socavado sistemáticamente por las condicionalidades que impone a sus prestatarios, que han exacerbado la pobreza y la inequidad y han institucionalizado el estancamiento económico.
El desempoderamiento del Fondo no llevará a un caos financiero y fiscal mundial como nos quiere hacer pensar Wall Street. Por el contrario, el desempoderamiento del fondo es una condición sine qua non para la creación de un sistema efectivo y racional verdaderamente justo de gobernanza financiera mundial. Las condicionalidades del FMI acechan a los países en desarrollo con más crisis y más pobreza. Los programas de "rescate" del Fondo no hacen otra cosa que rescatar a los grandes acreedores, a la vez que maniatan a los pueblos con programas de estabilización recesivos. El FMI no tiene, en realidad, ningún interés en frenar el poder de los grandes especuladores mundiales, y mientras retenga una posición de poder, bloqueando una reforma genuina de las finanzas mundiales por orden de Wall Street, habrá más crisis financiera, más inseguridad para los pueblos, y menos responsabilidad de manos del capital financiero.
Como los viejos reactores nucleares, el FMI es peligroso, y para muchos, es hora de que se lo jubile. La solución óptima a los problemas que nos presentan estas instituciones Jurasicas es eliminarlas. Pero si esto todavía no es posible en este momento en el caso del Fondo, entonces es necesario restringir drásticamente su poder de hacer daño y su alcance.
(i). Comentarios en el seminario-almuerzo sobre el FMI y el Banco Mundial, Carnegie Endowment for International Peace, Washington, DC, 21 de abril, 2006.
(ii). Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Informe del Desarrollo Humano (Nueva York: Oxford University Press, 2003), pp. 33-65.
(iii). Kirchner, sin embargo, continuó pagando la deuda Argentina con el Fondo en su totalidad.
(iv)."President Says IMF Debt to be Repaid in Two Years," Jakarta Post, 26 de mayo de 2006.
(v). Ngaire Woods, "The Globalizers in Search of a Future: Four Reasons why the IMF and World Bank Must Change, and Four Ways they can," CDG (Center for Global Development) Brief, abril 2006, 2.
(vi). Ver Walden Bello, "Synthesis Report on the E-Forum on International Regulation," Focus on the Global South y Pacific Action Research Center, Hong Kong, diciembre 2005.
(vii). Ver George Soros, On Globalization (Nueva York: Public Affairs, 2002).
(viii). Ver Ngaire Woods, The Globalizers: the IMF, the World Bank, and their Borrowers (Ithaca: Cornell University Press, 2006), pp. 141-178.
(ix). Woods, comentarios en el seminario-almuerzo sobre el FMI y el Banco Mundial, Carnegie Endowment for International Peace, Washington, DC, 21 de abril, 2006.
*************************************************
Enfoque Sobre Comercio es un boletín mensual de distribución electrónica, publicado por Focus on the Global South, que proporciona noticias y análisis sobre las tendencias regionales y mundiales de la economía y el comercio, la economía política de la globalización y las luchas populares de resistencia y alternativas al capitalismo mundial. Sus contribuciones y comentarios son bienvenidos, escriba a gro.bewsucof@drallub.n y moc.liamg@sederoicremoc
Enfoque Sobre Comercio es editado por Nicola Bullard ( gro.bewsucof@drallub.n).
Traducción: Alicia Porrini y Alberto Villarreal ( moc.liamg@sederoicremoc) para REDES-Amigos de la Tierra Uruguay ( www.redes.org.uy)
Para suscribirse gratuitamente escriba a moc.liamg@lomramcp especificando "suscripción Enfoque sobre Comercio" en el encabezamiento, o descárguelo en www.redes.org.uy
Para recibir la edición original en inglés o la traducción en bahasa indonesio, por favor escriba a gro.bewsucof@drallub.n
Focus on the Global South es un programa autónomo de investigación y acción sobre políticas, asociado al Instituto de Investigación Social (CUSRI) de la Universidad de Chulalongkorn, con sede en Bangkok, Tailandia. Para ponerse en contacto con nosotros, por favor diríjase a:
Focus on the Global South (FOCUS)
c/o CUSRI, Universidad de Chulalongkorn
Bangkok 10330 TAILANDIA
Tel: 662 218 7363/7364/7365
Fax: 662 255 9976
Correo Electrónico: gro.bewsucof@drallub.n
Sitio en Internet: http://www.focusweb.org