La democracia es, sin duda, una de las principales víctimas de la profunda crisis actual. Asistimos al desmantelamiento progresivo de principios políticos que no hace mucho tiempo parecían hegemónicos: soberanía popular, derechos humanos, ciudadanía, representatividad, separación de poderes, primacía de lo político sobre lo económico… que se convierten ahora en papel mojado.