La extracción de “intangibles ambientales” (que se van con los granos) y por otra parte, la pérdida de nutrientes (que se van con la erosión hídrica y eólica), afectarán en forma directa la estabilidad del propio sistema como tal, y la geopolítica del territorio transformado. Ello desemboca en una coyuntura poco y pobremente revisada por los responsables de políticas públicas rurales, ambientales y sociales, quienes solo se concentran en el lucro inmediato, sin analizar en profundidad los impactos generados.