Reconocemos la existencia de una deuda ecológica que han contraído los países industrializados con los países empobrecidos del Sur. La existencia de esta deuda, aún creciente, atenta contra el derechos fundamentales de las personas, interdependents e indivisibles, en especial los culturales, sociales, económicos y ambientales de la ciudadanía de los países empobrecidos, y tiene impactos directas negativos sobre la vida, la salud y el bienestar de los pueblos, en especial los sectores más vulnerables. Constatamos que la Deuda Externa financiera que los países empobrecidos tienen con los gobiernos del Norte, los bancos comerciales y las instituciones financieras internacionales, es un factor agravante de la deuda ecológica