"En los salones del poder, las puertas de la ley, alguien se robó el alma del derecho, la justicia. Un embrujo nos hace pensar que ahí sigue pero quien se robó la justicia lo hizo secuestrando a quienes podrían emitir decisiones fundamentales en beneficio de la gente. En los tribunales éticos, en cambio, tal vez una sentencia no solucione una situación de agravio, pero fortalece la socialidad del mundo, el sentido de comunidad que tanto falta, el entendimiento de que el corazón de la justicia es la responsabilidad compartida de entender y buscar transformar, de verdad, lo que tiene grave consecuencias para el futuro de una localidad, una región, un país o el mundo entero."