Ya es 2025 y las tecnologías digitales se han convertido en un recurso estratégico, pero también en un espacio de control y vigilancia por parte de grandes corporaciones y gobiernos. En este contexto, es fundamental que las comunidades, especialmente aquellas que luchan por la defensa de sus territorios y derechos, puedan apropiarse de las herramientas digitales desde una óptica crítica y ética, que favorezca la autonomía y la soberanía digital.