Mientras fuma una pipa de arcilla sentado frente a su casa de barro en la aldea camerunesa de Pangar, Alain Selembe tiene la mirada perdida en el bosque, sin prestar atención al ruido que hacen sus dos hijas al jugar
Pauline Siembe, una pigmea de la comunidad baka del sudoriente de Camerún, sale de su humeante choza chupándose los dedos luego de una comida consistente en puré de boniato y sopa de carne de animales salvajes