Los Jiw cada vez tienen menos territorio. Las épocas en las que cazaban y vivían de lo que el bosque les daba, quedaron atrás. De seminómadas pasaron a sedentarios. De comer dantas, tatabros y saínos, ahora se resignaron a tener “al menos” maíz y fariña —harina de yuca—. Las 3275 hectáreas que conforman el resguardo Caño La Sal, ubicado en el municipio de Puerto Concordia, del departamento del Meta, están rodeadas de palma de aceite, ganado, coca y varios actores armados ilegales que intentan tomar el control del territorio. De la selva solo queda una frágil y difusa ilusión.