La tecnología HB4 se desarrolló en Argentina justificándose con la preocupación pública por los sucesivos períodos de sequía prolongada. Su mecanismo fue descubierto en 2006 y se redujo a la introducción del gen hab4 del girasol en las variedades de soja y maíz. La promesa era, y sigue siendo, que esta tecnología ofrecería resistencia a la sequía, interpretada como uno de los mayores problemas globales.