El reciente conflicto en la Amazonía peruana es solamente el síntoma más violento de una guerra fría que el Presidente Alan García y el partido Aprista han lanzado contra los grupos indígenas. Junto a la propaganda racista y la represión violenta, el Gobierno ha intentado poner en marcha mecanismos legales altamente cuestionables para desarticular el poder de los grupos indígenas.