Mabel Ávila dice que en los últimos años el avance de las plantaciones de palma africana ha implicado la destrucción de bosques, humedales y la contaminación de las fuentes de agua por el uso de agroquímicos. También la pérdida de la soberanía alimentaria de su pueblo. “Un poco más de 38 comunidades están invadidas por palma africana. Algunas como Miami, Barra Vieja y Cuero y Salado en Atlántida han desaparecido y mi comunidad (Nueva Armenia) lleva la misma ruta”, asegura.