Desde comienzos de abril, la ciudad de Rosario y el Gran Rosario conviven con una inmensa capa de humo, producto de las quemas intencionales llevadas a cabo en las islas del Delta del Paraná, ubicadas frente a la costa rosarina, por parte de los empresarios del agro y del sector ganadero. Este ataque a la salud y al medio ambiente, en manos del agronegocio, supone un nuevo escenario de conflicto ya que agrava la cuestión sanitaria, añade un componente más a las alteraciones de los ecosistemas, y produce la muerte de especies autóctonas. La emergencia ambiental se declaró el 14 de junio por el Ministerio de Ambiente de la Nación, y se ordenó el cese del fuego por 180 días.