"La naturaleza del extractivismo se nos revela como un modo de dominación inscrito en la geografía, basado en la división jerárquica de unos territorios mineros, al servicio de otros, concebidos como centros de destino y centros de realización. Por eso, el extractivismo no es solo esa economía de rapiña que se practica en las zonas coloniales y neocoloniales, sino que es la práctica económico-política, cultural y militar, que une ambas zonas; el modo de relaciones que hace posible el crecimiento insustentable de una, a costa de los subsidios ecológicos y la degradación biopolítica de la otra. En ese sentido, el extractivismo constituye una función geometabólica del capital: un efecto y una condición necesaria para la realización de la acumulación a escala global".