En el reciente debate sobre la Consulta Previa a los pueblos indígenas, se han puesto en evidencia no sólo las tensiones que existen al interior del Estado peruano sobre a quiénes les corresponde este derecho, sino además la persistencia de imágenes que, a inicios de la segunda década del siglo XXI, ya deberían estar sepultadas por sus connotaciones discriminatorias y homogenizadoras.