Una declaración de guerra. No será un siglo de guerras convencionales, pero ya es, y por lo visto así seguirá, un periodo histórico de guerras nombrables o innombrables por agua, petróleo, viento, tierras. Porque un dios o porque otro, por la ruta de un negocio. Adoptan estas guerras distintas formas según ocurran en el cuerno de África, el macizo central asiático, Ucrania, París o Palestina. En nuestra América violenta dos países padecen guerras internas no tan civiles que bajo la apariencia de una cosa (combate al crimen) significan otra: el Estado contra su pueblo. Mucha tierra se disputa en Colombia y México.