Lo primero que vimos junto a mi familia, vecinas y vecinos de la calle Las Malvinas, población Santa Marta, fue cómo incendiaban nuestro Cerro Cayumanque entre el 74-75, cuando yo tenía alrededor de 10 años. Luego vimos cómo muchas mujeres y hombres enviados por la municipalidad, plantaban algo que en ese momento no teníamos idea qué era. Años después, nos empezamos a dar cuenta que eran árboles que crecían cada vez más tupidos y no dejaban crecer los changles, digüeñes, avellanas, nalcas, copihues que siempre íbamos a buscar por los senderos.