Resistencia del territorio maya frente al despojo
Las comunidades que siguen creando la vida con muchos materiales heredados por nuestros abuelos más primeros, como la lengua maya, van perdiendo dos aspectos importantes que muchos pasan desapercibidos, primero la conciencia de cada palabra, de cada voz, de cada pensamiento que nació maya, de una mujer y de un hombre maya; segundo, los sonidos nacidos mayas que sirven para sobrevivir en la comunicación básica en el trajín diario de la cocina, la casa, la milpa, los temas comunes entre otros, van cediendo terreno a la lengua dominante que se ha encargado de derrumbar primero los significados más profundos de las palabras originarias para convertirlas en sonidos que comunican su sentido colonial y dominante.
Son días estos del año en los que se seca la flor del maíz en las escasas milpas del noreste maya de Yucatán, se va muriendo, no de muerte natural; ha enfrentado al igual que nosotros algunas pandemias como la inundación, los gusanos, la sequía, la langosta y el Covid de una desnutrida tierra. Los tejones en resistencia saltan el muro de la guardarraya como diestros “mojados” de la frontera norte para conseguir algo de comida y llenar su sabucán con la remesa para sus hambrientos hijos que han dejado en el profundo sur. Algunos campesinos cuelgan retazos de láminas de zinc en los árboles para generar un considerable ruido para ahuyentarlos, otros dejan a sus perros adiestrados para atrapar con sus enormes colmillos a los “ladrones” de mazorca tierna, otros aún empuñando cual border patrol un arma de fuego, emboscan al hambriento tejón para darle muerte en medio de un silencio de la justicia embozada y secuestrada por el crimen organizado, por los partidos políticos.
La generosidad del maíz anuncia una exposición de colores con la polinización del arcoíris, que tarde con tarde de lluvia se deja caer como rocío de la mañana sobre cada mazorca prendida como un par de senos en un cuerpo de mujer que alcanza la mayoría de edad, así Yuum Iik’, Yuum K’áax, Yuum Cháak y Yuum K’iin miran complacidos el fruto de su trabajo que empiezan a cosechar cuando el venado realiza su primera danza en medio de la milpa, servida como una mesa para los animales en resistencia contra el olvido, encarnando a cada Guardián del día y de la noche.
La voz de los pájaros detrás del fumigado muro de la milpa, no se alcanza a identificar —si cantan, lloran, o lanzan consignas—, lo que nadie puede negar es que aún están ahí después de quinientos años de conquista y colonización y siguen descolonizados, libres, rebeldes, haciendo uso de su lengua como auténtico pueblo originario que guarda la palabra de su estirpe y prepara la semilla para los hijos y nietos de la resistencia, que empollan en sus nidos en el profundo sur que se acerca a los campos minados de la globalización del despojo.
La serpiente de cascabel, emblema de la tolerancia y la prudencia, está convertida en un número cero, no para no contar, sino al revés, para darle origen a los números de los que nos encontramos en este espacio no universitario, pero sí universal, con un solo fin, hacer de la comida una actividad comunitaria, donde todas, todos, participamos con nuestras manos, con nuestra carne, con nuestra energía, con nuestra voz, con nuestras plumas, con nuestras alas, con nuestro canto, pero también con nuestra resistencia, con nuestra rebeldía, con nuestros modos de organizarnos como aves, mamíferos, acuáticos, espíritus, colores, sonidos, esperanzas y creencias comunitarias en las que nuestro espacio de comida sea también nuestro espacio de aprendizaje sobre las mejores maneras de hacer la vida, no mi vida, sino la vida que está en la carne pero la que está también más allá de la carne.
Así, la gente maya con identidad floreciente mira lo que otros han dejado de mirar o nunca han conocido, como las flores del monte que se niegan a ser del jardín de los bancos, de los poderes del Estado y de las oficinas públicas. Por fortuna hay una vida que puede crecer detrás del muro del individualismo, del egoísmo y del supremacismo.
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Fuente: Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano