¿Quién gana con la UPOV?
"El año pasado, 230 grupos de campesinos y organizaciones de las sociedad civil provenientes de 47 países se unieron para enfrentar esta usurpación corporativa con el lanzamiento de la campaña Detengamos a la UPOV. En 2022, las y los participantes en la campaña se reunirán nuevamente en una Semana de Acción Global, desde el 28 de noviembre al 2 de diciembre".
“¿Puede ser sustentable un negocio sin protección de propiedad intelectual? La mejor herramienta: UPOV” (Michael Keller, secretario general de la International Seed Federation). [1]
La enorme riqueza y diversidad de semillas que existe hoy el mundo es el resultado del trabajo de generaciones de campesinas y campesinos que han guardado, intercambiado e innovado colectivamente sus semillas. Estos sistemas campesinos de semillas aún abastecen el 70% a 90% de lo que se siembra cada año en muchas partes del Sur global. Pero están bajo amenaza. Las corporaciones no pueden ganar dinero a partir de las semillas cuando campesinas y campesinos tienen la libertad de guardarlas, intercambiarlas y mejorarlas. En consecuencia, desde que las corporaciones de agroquímicos más grandes del mundo comenzaron a comprar empresas semilleras en los años 80 y a desarrollar cultivos modificados genéticamente, han presionado de manera agresiva para que se aprueben leyes que les entreguen los derechos monopólicos sobre las semillas y criminalicen las prácticas campesinas.
Quizás la herramienta más importante en este arsenal es la UPOV —un régimen legal de derechos monopólicos sobre las variedades vegetales, administrados por un organismo ubicado en Ginebra, llamado Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV). La UPOV fue creada en 1961, por los genetistas europeos, y se mantuvo confinada principalmente a los países del Norte global hasta mediados de los años 90 cuando las corporaciones de semillas realizaron un exitoso cabildeo ante los gobiernos para que cedieran la soberanía sobre sus semillas y aceptaran someterse al sistema de derechos monopólicos sobre las variedades vegetales a través de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Aunque la OMC nunca explicó si los países miembros adherían a la UPOV, el régimen y sus reglas fueron impuestas al Sur global por los países industrializados a través de tratados c omerciales negociados fuera de la OMC. Como resultado, el número de países miembros de la UPOV subió rápidamente a 78, en tanto que la UPOV ha sido actualizada para exigir restricciones aún mayores sobre la conservación e intercambio de semillas realizado por el campesinado.
A medida que la UPOV se expandió, el mercado global de semillas fue controlado por un cártel de compañías de agroquímicos. Actualmente, sólo cuatro de estas empresas —Bayer (19%), Corteva (18%), Syngenta (8%) y BASF (4%)— controlan la mitad (49%) de un mercado de semillas de US$47 mil millones. También controlan 75% del mercado global de agroquímicos. Esto no es una coincidencia. Estas empresas se concentran en la venta de semillas comerciales mejoradas que dependen de un intenso uso de agroquímicos y sus semillas modificadas genéticamente actualmente corresponden a cerca de la mitad (46%) de las ventas globales de semillas.
El resultado lógico de este poder corporativo, concentrado y con respaldo legal, es un aumento exponencial de las ganancias corporativas. Con el poder monopólico y la criminalización de otras alternativas, los gigantes de los agroquímicos tienen libertad para aumentar sus precios y abusar de quienes se dedican a la agricultura. A lo largo de los últimos 5 años, sus ingresos y ganancias provenientes de las ventas de semillas y agroquímicos se han disparado, por lo que las ganancias de ambos rubros han aumentado cerca del doble durante este período.
El año pasado, 230 grupos de campesinos y organizaciones de las sociedad civil provenientes de 47 países se unieron para enfrentar esta usurpación corporativa con el lanzamiento de la campaña Detengamos a la UPOV. Las organizaciones p iden desmantelar la UPOV porque prohíbe el libre uso, conservación, mejoramiento, intercambio y distribución de semillas y deteriora los sistemas campesinos de semillas, de gran diversidad, que necesitamos para enfrentar la crisis climática y alimentaria. En 2022, las y los participantes en la campaña se reunirán nuevamente en una Semana de Acción Global, desde el 28 de noviembre al 2 de diciembre.
Las semillas necesitan protección, pero protección ante la codicia de las corporaciones de agroquímicos, no de as campesinas y los campesinos que las protegen de la misma forma en que lo han hecho por generaciones.
Nota:
[1]Michael Keller, “International Seed Federation perspective”, presentación ante la UPOV “Seminar on the role of plant breeding and plant variety protection in enabling agriculture to mitigate and adapt to climate change”, 5 octubre 2022.
Fuente: GRAIN