Crisis climática: un sistema al borde del abismo

El mundo se enfrenta a un colapso ambiental. Si bien el cambio climático domina los debates globales, las acciones concretas y efectivas siguen siendo escasas. Estudios revelan que la humanidad consume un 70 % más de recursos de los que el planeta puede regenerar anualmente. Esto se debe a la apropiación excesiva de la naturaleza, convirtiéndola en una mercancía, junto con la producción masiva de residuos provenientes de la minería, la industria y la agricultura. Esto genera geografías desiguales de ganancias y residuos, generando contradicciones y conflictos.
Los acuerdos multilaterales alcanzados por organizaciones y naciones han demostrado ser ineficaces para abordar el cambio climático. Un ejemplo alarmante es el informe de Oxfam, que muestra que, en los primeros 10 días de 2025, el 1 % más rico de la población mundial ya había consumido su cuota de emisiones de CO2 del año, según lo establecido por el Acuerdo de París. Mientras tanto, la mitad más pobre tardaría más de tres años en alcanzar el mismo nivel de emisiones.
Los desafíos para responder a los problemas climáticos y ambientales están vinculados a las dinámicas de poder dentro de los Estados y las instituciones, lo que expone la estrecha relación entre los problemas ambientales y la política. Las soluciones propuestas hasta ahora se basan en perspectivas de mercado capitalistas, con medidas “románticas” que buscan conciliar intereses en lugar de cuestionar la naturaleza insostenible del capitalismo. Las soluciones de mercado, como el mercado de créditos de carbono, sirven esencialmente como una “licencia para contaminar”, permitiendo a los países industrializados y a las corporaciones seguir lucrando y generando residuos más allá de los límites acordados.
Los proyectos de transición energética, como las centrales hidroeléctricas y la energía eólica y solar, también han fracasado debido a la falta de consulta pública, lo que exacerba los conflictos y no garantiza una distribución eléctrica justa.
La naturaleza del capitalismo es incompatible con la sostenibilidad. Prospera gracias a la mercantilización de la naturaleza, el trabajo y los recursos, y depende de un crecimiento económico infinito, lo que conduce a la degradación ambiental y a crisis que afectan al panorama político global. Las ideologías que niegan el cambio climático están ganando terreno, lo que dificulta aún más el diálogo y el consenso.
El Acuerdo de París, junto con otras resoluciones de la COP, son importantes pero limitadas, ya que el objetivo principal de los responsables de la toma de decisiones es preservar el sistema de producción actual. Las poblaciones más vulnerables son las más afectadas por estas desigualdades, como se vio en las inundaciones de Rio Grande do Sul en 2023-2024, donde más de 200 personas murieron y miles perdieron sus hogares, medios de vida y familias.
Como destaca Marques (2023), nos encontramos en un período histórico en el que el desequilibrio entre el presente y el peso del pasado reduce las opciones futuras, haciendo que la degradación de la biosfera sea irreversible. El cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos seguirán intensificándose.
Ante esta situación, es urgente combinar acciones a corto plazo, como la promoción de políticas sostenibles y el cumplimiento de los acuerdos climáticos, con soluciones a largo plazo que reconozcan la incompatibilidad del capitalismo con la vida. Debemos soñar, luchar y construir una sociedad más allá del capitalismo, basada en nuevas relaciones sociales y una matriz energética alternativa.
Tenemos mucho que aprender de los movimientos campesinos, indígenas, quilombolas y ribereños. Reconocer el conocimiento ancestral de estas comunidades, a menudo negado por la corriente dominante, ofrece la mejor oportunidad para mitigar la crisis climática. A pesar de los ataques, los bosques en pie, la agroecología y la pesca artesanal siguen siendo poderosos ejemplos de resistencia y acción efectiva.
Este artículo es una versión adaptada para la web del artículo original publicado por Gerson Antonio Barbosa Borges, miembro del Movimento dos Pequenos Agricultores (MPA) – Vía Campesina Brasil y Ph.D. candidato en Geografía de la Universidad Estadual Paulista (Unesp), campus Presidente Prudente; Aline Albuquerque Jorge, quien tiene un Ph.D. en Geografía por la Universidad Estadual Paulista (Unesp), campus Presidente Prudente; y Bruna Gonçalves Costa, Ph.D. Candidato en Geografía por la Universidade de Brasília (UnB).
Fuente: La Vía Campesina