Con el fin de maximizar sus ganancias, Cargill puso en riesgo la salud de sus trabajadores
Cargill se sumó al grupo WH Group/Smithfield en ser empresas dueñas de plantas procesadoras de carne que se tornaron álgidos focos de infección de Covid-19 en Canadá. Para el 25 de abril, su planta procesadora de carne vacuna en High River, Alberta, había confirmado 558 casos de Covid-19 entre sus obreros, convirtiéndolo en uno de los peores focos de Covid-19 en Canadá. Dos semanas antes, la planta procesadora de cerdos de Smithfield en Dakota del Sur, se convirtió en el foco más grande de Covid-19 en Estados Unidos, luego de que más de 800 casos se relacionan con la planta.
¡Cargill lo sabía! Con el fin de maximizar sus ganancias, la compañía de agronegocios más
grande del mundo puso en riesgo, de manera consciente, la salud de sus trabajadores
durante la pandemia de Covid-19
El brote en la planta de Cargill de High River lo pronosticaron los trabajadores y los dirigentes sindicales. Habían observado que, desde fines de marzo, empeoraba la situación en Estados Unidos, donde las tasas de infección de coronavirus eran un 75 por ciento superior en los condados rurales donde se ubican grandes plantas de carne y exigieron que las plantas fueran cerradas hasta que se pudieran implementar medidas de seguridad efectivas para los trabajadores. Pero Cargill, con el apoyo del gobierno provincial, insistió en mantener la planta en operación a máxima capacidad, haciendo imposible el distanciamiento social.
Cargill, una empresa multinacional en expansión, con más de 50 empresas operando en China, sabía de la importancia del distanciamiento social. El 24 de marzo de 2020, el director ejecutivo de Cargill, David MacLennan, señaló a Bloomberg TV que el distanciamiento social, manteniendo a las personas a una distancia de 1.8 metros, era la principal razón por la cual ninguna de las 50 compañías en operación en China tenían brotes de Covid-19 y ninguno de sus 12 mil empleados de China, supuestamente, había resultado positivo para Covid-19. También concordó con las acciones decisivas que tomó el gobierno de China, que forzaron a Cargill y a otras compañías procesadoras de carne a cerrar o a reducir dramáticamente sus operaciones de producción durante la cima de la epidemia a fines de enero.
El 18 de marzo, la comunicación inicial de Cargill sobre el Covid-19 señalaba incluso que la compañía “adoptaría prácticas de distanciamiento social” en sus operaciones en Norteamérica. Dos semanas más tarde, sin embargo, a medida que comenzaron a documentarse los contagios de Covid-19 en las plantas procesadoras de carne en Estados Unidos, el vocero de Cargill modificó esta afirmación señalando que la compañía sólo “adoptaría las prácticas del distanciamiento social donde fuera posible”.
La primera prioridad de Cargill durante la crisis del Covid-19, como ocurre con otros gigantes de la carne, ha sido mantener sus plantas en operación a su capacidad máxima, aun cuando esto hace imposible implementar las medidas necesarias de distanciamiento social para proteger a sus obreros. En la entrevista con Bloomberg, el director ejecutivo de Cargill explicó cómo la compañía estaba trabajando con los gobiernos estatales en Estados Unidos para asegurar que su producción no se interrumpiera.
“Hemos trabajado muy de cerca con los gobiernos estatales, los gobiernos regionales, de modo que, cuando se ordenó la cuarentena, declararon como esencial la producción de alimentos, lo que ha permitido que nuestros empleados lleguen a las plantas.”, dijo MacLennan a Bloomberg. “En nuestras operaciones por todo el mundo estamos prestando nuestra mayor atención a la seguridad de nuestros empleados, garantizando que puedan llegar al trabajo y que no se les prohíba hacerlo, ni por ordenanzas locales o por algún corte en su propio sistema local de trasportes.”
MacLennan defendió una posición semejante una semana antes, en conferencia telefónica con el presidente Trump, pidiendo al gobierno que garantizara que habría suficientes inspectores para las plantas procesadoras de carne, de manera que no se alteraran las operaciones de la compañía. En Alberta, Cargill le dio la vuelta a la oposición de los inspectores a visitar las plantas de carne de res infectadas con Covid-19, arreglando con la autoridad en salud y seguridad realizar la inspección en forma remota mediante video en vivo.
La decisión de Cargill de mantener sus plantas en operación a su máxima capacidad ha significado que la distancia social, que el director ejecutivo de Cargill reconoció como clave para una protección efectiva contra el Covid-19, no se ha implementado al interior de sus plantas. “Afuera mantenemos la distancia de 1.8 metros, pero, literalmente, en cualquier otro lugar en el edificio no lo hacemos”, dijo un trabajador de la planta procesadora de carne de Cargill en Fort Morgan, Colorado.
Las consecuencias son ahora evidentes. Además del brote masivo en su instalación de High River, ha habido casos de contagios de Covid-19 en al menos otras cuatro plantas de carne de Cargill en Norteamérica, resultando en al menos dos trabajadores fallecidos hasta ahora. La gran mayoría de trabajadores e integrantes de las comunidades afectadas por estos contagios son inmigrantes. En las instalaciones de High River, 70 por ciento de los trabajadores son filipinos y el trabajador que falleció por Covid-19 el 20 de abril es de ascendencia vietnamita.
Cargill no sólo antepone sus ganancias a la seguridad de sus trabajadores en Norteamérica (Canadá y EUA). En Francia, a comienzos de abril los trabajadores de una planta procesadora de maíz de Cargill en Haubourdin, decidieron ir a huelga por la insistencia de la compañía en operar a máxima capacidad, sin proporcionar las medidas de seguridad adecuadas. En Brasil, Mato Grosso, Cargill se unió a otros grandes comercializadores de granos para impedir la orden de cierre que podría proteger a los estibadores de los puertos en la ciudad de Canarana. Cargill tenía en juego un embarque de 3 mil toneladas de grano, una cantidad de equivalente maíz y soja de lo que la compañía envía fuera de Brasil cada 90 minutos.
Cargill y los otros gigantes de la carne han tratado de evadir la responsabilidad por esta crisis sanitaria aduciendo que proporcionan un servicio “vital” para asegurar el acceso de las personas a los alimentos. Smithfield incluso llegó a culpar a sus trabajadores inmigrantes, señalando que “las condiciones de vida de ciertas culturas” llevaron al brote.
Pero la realidad es que las compañías en Norteamérica tenían grandes excedentes de carne al comienzo de la crisis de Covid-19 y mucha de su producción era para exportación, en especial a China, donde los precios de la carne están por las nubes debido al devastador brote de Peste Porcina Africana.
Cargill, Smithfield y las otras compañías procesadoras de carne implicadas en el desastre del Covid-19 han obtenido ganancias históricas durante los meses pasados, gracias a las exportaciones. Las utilidades de Cargill en el último trimestre financiero alcanzaron el asombroso monto de mil 190 millones de dólares. Y ya se esperaba que las ganancias para los exportadores estadounidenses de carne aumentaran aún más en la primera mitad del 2020, luego que China inició la implementación de la fase 1 de su acuerdo comercial con Estados Unidos, que abrió la puerta a más importaciones de carne, en particular de carne de res, pues China aceptó relajar sus regulaciones sobre los niveles de hormonas como parte de acuerdo.
Pero ahora Cargill fue obligada a cerrar su planta procesadora de carne de res en High River, se abrió una investigación por parte del gobierno, y grupos de trabajadores solicitan incluso una investigación criminal. Una planta vecina de carne bovina, contagiada con Covid-19, propiedad de la compañía brasileña JBS, la empacadora de carne más grande del mundo, también suspendió sus operaciones. Estas dos plantas, de propiedad extranjera, y otra planta de Cargill en la Provincia de Ontario, representan el 95 por ciento de la capacidad procesadora de carne de res en Canadá y casi la totalidad de los 3 mil millones de dólares en exportaciones de carne bovina. Los productores de reses de Canadá casi no tienen alternativa más que venderle a estas dos compañías.
Es la codicia de las compañías procesadoras de carne la que ha amplificado la pandemia del Covid-19 a proporciones horribles en la industria de Norteamérica, provocando que miles de trabajadores y sus familias estén enfermos con Covid-19, y que exista la amenaza de una escasez de carne, mientras los criadores de ganado se quedan sin una vía para llevar sus animales al mercado.
“La excesiva concentración de la propiedad y la centralización del procesamiento de la carne bovina han puesto en peligro la salud de los trabajadores, el abastecimiento de carne y el sustento de miles de ganaderos”, señaló Iain Aitken, un ganadero que es parte de la National Farmers Union de Canadá.
La crisis de Covid-19 deja al descubierto la problemática del poder corporativo en el sistema alimentario y evidencia la necesidad de una gran reforma de la manera cómo se produce, procesa y vende la carne. Pero la situación no mejorará cuando desaparezca la enfermedad. Estas corporaciones también provocan otras grandes crisis, como la crisis climática. Cargill y otras cuatro compañías productoras de carne y de lácteos producen, de manera combinada, más emisiones de gases con efecto de invernadero que Exxon, y esta proporción está en aumento. No podemos abordar el cambio climático sin desafiar su poder. Y, si vamos a prevenir futuras enfermedades pandémicas, tenemos que poner un alto a la producción industrial de carne que promueven estas compañías y de la cual dependen, ya que estos establecimientos son el principal caldo de cultivo para nuevos patógenos.
Esto no será fácil. Las grandes compañías de carne están, y siempre lo han estado, profundamente conectadas con los más altos niveles del poder. El 14 de abril, el presidente Trump de Estados Unidos nombró al director ejecutivo de Cargill, David MacLennan y a los directores ejecutivos de otras dos empacadoras de carne de Estados Unidos contagiadas con Covid-19, Tyson y Perdue Farms, para que dirijan la división de agricultura de su Grupos de la Industria para el Gran Renacimiento Económico de Estados Unidos, descritos por Trump como “la fuerza de tarea que abrirá nuestro país”. Casi al mismo tiempo, en las noticias se señalaba que Cargill gastaría mil 500 millones en un nuevo espacio de oficinas en Washington DC, muy cerca de la Casa Blanca.
A continuación presentamos una cronología de algunas acciones de Cargill en relación a la crisis de Covid-19 que ayuda a ilustrar cómo la compañía, a sabiendas, puso en riesgo la salud de sus trabajadores.
Año 2020
7 de enero: Cargill informa una utilidad de mil 900 millones para el segundo trimestre del año fiscal de 2020, un 61% más alto que el del año anterior, principalmente debido a sus exportaciones de carne a China.
Fines de enero: Las plantas y oficinas de Cargill en China son cerradas y se reducen las operaciones siguiendo las órdenes de distintos niveles del gobierno. Cargill informa que su inmensa planta avícola en China está operando a un 30-40% de capacidad.
29 de enero: Cargill señala que está distribuyendo varios cientos de miles de mascarillas N95 para sus empleados en China y señala que está “ofreciendo servicios de apoyo para cualquier empleado que haya estado expuesto al coronavirus o haya viajado a Wuhan”.
Comienzos de febrero: bajo una ordenanza de Ministerio de Agricultura de China, los gobiernos locales ordenan retirar las restricciones a la industria de la carne y las operaciones de Cargill retoman la producción.
Fines de febrero: Cargill señala que 40 de sus 50 instalaciones en el país reiniciaron la producción.
27 de febrero: Cargill prohíbe a todos sus empleados los viajes de negocio internacionales “no esenciales”.
Marzo: Cargill informa que la producción en su planta avícola en China está en un 80%.
15 de marzo: El director ejecutivo de Cargill urge al presidente Trump a asegurar que haya inspectores de seguridad en sus plantas para no obstaculizar la producción.
24 de marzo: El director ejecutivo de Cargill señala que en Estados Unidos están operando a máxima capacidad y que su interés central es asegurar que no haya restricciones que impidan a los trabajadores llegar hasta sus trabajos.
6 de abril: Se informa que Cargill está pagando mil 400 millones por un nuevo espacio de oficinas cerca de la Casa Blanca en Washington, DC.
7 de abril: Cargill cierra su planta procesadora de carne de Hazleton, Pennsylvania después que 130 “trabajadores por hora” dieran positivo para Covid-19.
13 de abril: Representantes de los trabajadores señalan que hay por lo menos cinco casos de Covid-19 en la planta procesadora de carne de Cargill de Fort Morgan y que se están implementado insuficientes medidas de protección.
13 de abril: Se documentaron 16 casos de Covid-19 entre los trabajadores de la planta empacadora de carne de Cargill en Dodge City, Kansas.
13 de abril: El director de relaciones con la prensa de Cargill dijo, “Cargill ha tenido un puñado de empleados que dieron positivo al test de Covid-19 en todo el mundo. … Debido a las leyes de privacidad, no podemos entregar mayores detalles”.
14 de abril: Cargill suspende las operaciones de un segundo turno en la planta de carne de res de High River en Alberta, Canadá, después que el sindicato exigiera un cierre de dos semanas debido a la falta de reglas de seguridad apropiadas y afirma que 38 trabajadores dieron positivo para el Covid-19.
16 de abril: Cargill reduce sus operaciones en la planta de carne de Fort Morgan luego que funcionarios de salud estatales confirmaran la muerte de un empleado por Covid-19 y que otros 18 que están contagiados.
20 de abril: La planta de carne de Cargill en High River es cerrada después de que 350 casos de Covid-19 y la muerte de un trabajador se conectan con la planta. El gobierno provincial anuncia que iniciará una investigación.
25 de abril: Se confirma que un trabajador de la planta procesadora de carne de Cargill en Guelph, Ontario fue contagiado con Covid-19.
Fuente: GRAIN