Uruguay: imposible coexistencia de agrotóxicos, transgénicos y apicultura
Una de las grandes amenazas que sufre el sector apícola a mediados de diciembre del 2008 es la presencia de densas poblaciones de langostas en los departamentos de Florida, Durazno y Flores, extendiéndose posteriormente a los departamentos de Cerro Largo, Treinta y Tres y Soriano.
Dada la existencia de condiciones favorables para el desarrollo de la langosta, como los son grandes monocultivos de soja transgénica u otros no transgénicos, se produce una importante explosión poblacional de estos insectos. Bajo la autorización del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca esta plaga es combatida a través insecticida fipronil, reconocido mundialmente como altamente tóxico para las abejas.
A fines de enero del siguiente año se denunció a través de distintos medios de comunicación la mortandad de abejas en el departamento de Flores. Lamentablemente la mortandad de las abejas no se limitó a solo este departamento, sino que miles de colmenas murieron en los meses siguientes a lo largo y ancho del país. Según autoridades de la Sociedad Apícola Uruguaya en la zafra correspondiente se produjo a marzo del 2009 una mortandad de alrededor de 5.000 colmenas a causa del fipronil, cifra que siguió creciendo con el correr de los meses.
Después de esta gran mortandad algunos apicultores debieron abandonar el rubro y otros repuntaron y lograron una buena cosecha durante las siguientes zafras.
La Unión Europea rechaza miel uruguaya
En el 2011 la apicultura uruguaya recibe un golpe aún más fuerte cuando los apicultores nuevamente se encuentran amenazados a raíz del rechazo de la miel en Alemania.
Apicultores alemanes entablaron una demanda en la Unión Europea contra la importación de miel desde Uruguay, argumentando que contenía polen transgénico, por lo que se impediría la exportación de miel de nuestro país a dicha región.
A su vez también quitaron a la miel uruguaya el status de producto natural, tras encontrar rastros de transgénicos en varias muestras que serían vendidas en Europa.
Es importante destacar que, según datos periodísticos, con la prohibición de la entrada de la miel a Europa por haberse detectado polen de cultivos transgénicos se calcula que más de 20 millones de dólares se perdieron de vender este año.
Los transgénicos avanzan y la apicultura retrocede
La soja transgénica supera el millón de hectáreas y el maíz alrededor de cien mil. En el mes de junio recién pasado se aprobaron cinco nuevos maíces transgénicos, hecho que amenaza aun más la contaminación de la miel con polen transgénico. La gravedad de esta situación radica en que los cultivos transgénicos existen y las abejas se posan donde pueden obtener alimento; no discriminan si la flor pertenece a una planta transgénica o no. Sin embargo, sí lo hace la Unión Europea quitando el status de la miel como Producto Natural e impidiendo la importación de miel uruguaya.
Como todo ser vivo, la abeja no se alimenta de una sola planta. En esta instancia cabe mencionar parte de un artículo publicado por La Diaria en el mes de junio: “Estela Santos, bióloga y técnica apícola, junto con un grupo de docentes de Facultad de Ciencias y de Agronomía participó recientemente de un estudio del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) para conocer la productividad de las abejas en los cultivos de soja, afirmó que ‘la miel nunca es unifloral, nunca vamos a tener una miel únicamente de soja, porque la abeja nunca se queda con un ambiente monofloral. En un estudio colocamos una colmena en medio de 600 hectáreas de soja y vimos que la abeja es capaz de volar seis kilómetros para buscar otros recursos para alimentar su cría, la composición de la miel nunca llega a ser solamente de soja’”.
Esta observación es extremadamente interesante y preocupante a la vez, ya que esto significa que en la búsqueda de alimentos la abeja podría contaminar el maíz no transgénico a una distancia de hasta seis kilómetros, distancia que supera ampliamente lo decretado por las autoridades como “zona de refugio” (250 metros), entre un cultivo de maíz transgénico y no transgénico con el objetivo de evitar la contaminación entre un maíz y otro.
En julio del 2009 el gobierno decretó la “coexistencia regulada” en la utilización de organismos genéticamente modificados. Por lo tanto lo que hace es decretar una coexistencia entre distintos modelos de producción. No obstante, la mortandad de las abejas provocadas por el fipronil y el reciente rechazo de la miel uruguaya al mercado europeo por contener polen transgénico deja en claro que esta coexistencia es imposible.
Fuente: EcoPortal