El cultivo biointensivo consigue un 81% más de cosecha a la vez que aumenta la fertilidad del suelo
Amigos de la Tierra demuestra que el cultivo biointensivo de alimentos a pequeña escala se adapta bien en las distintas zonas climáticas españolas y es beneficioso para la adaptación al cambio climático. La organización ecologista crea y afianza más de 50 huertas biointensivas en Aragón, Baleares, Galicia, y Madrid.
Amigos de la Tierra presenta un informe sobre el cultivo biointensivo en España que muestra los resultados obtenidos en el desarrollo de este método agroecológico en las tres principales regiones climáticas de nuestro país. El estudio es fruto del análisis científico de 57 huertas a lo largo de dos años y medio en cinco regiones españolas.
Con el apoyo de la Fundación Biodiversidad y del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, y gracias a la colaboración de maestros biointensivos experimentados y científicos expertos en suelo, la organización ecologista ha capacitado y acompañado a más de 50 hortelanos y hortelanas en la puesta en marcha de su huerta biointensiva en Aragón, Galicia, Ibiza, Madrid y Mallorca. De media, en todas las huertas, se han obtenido rendimientos positivos, a la vez que una mejora de los suelos y una tendencia a la reducción de la necesidad de fertilizantes y agua.
Gracias al método biointensivo, en cada una de las tres principales regiones climáticas españolas se superó el valor promedio de los rendimientos apuntados en las estadísticas oficiales de España. De media, en todos los cultivos y regiones, se obtuvo un 81% más de cosecha que los valores registrados oficialmente para la agricultura industrial convencional. Esto es uno de los numerosos resultados que se han podido obtener a través de las muestras de suelo y compost, así como con los datos obtenidos en las huertas, lo que se ha traducido en un abanico de parámetros relativos a la producción, la fertilidad, el uso de recursos y la adaptación al cambio climático.
En el Estado Español los suelos se encuentran en situación de vulnerabilidad debido a la erosión, la desertificación y la pérdida de materia orgánica. Se suele considerar que los suelos de cultivo deberían contener al menos un 2% de materia orgánica, mientras que la media nacional apenas llega al 1%, con graves consecuencias en forma de degradación de sus características físicas y de fertilidad. Estos problemas se ven agravados por el cambio climático y prácticas agrícolas perjudiciales para el suelo, como el monocultivo, el laboreo intensivo y el uso abusivo de fertilizantes químicos.
La agricultura biointensiva ha demostrado su impacto positivo sobre indicadores tales como el consumo de agua, uso de fertilizantes, rendimientos por unidad de terreno, fertilidad. Junto con la preparación en profundidad del terreno, la aportación de enmiendas ecológicas adaptadas a las carencias de cada huerto, la selección cuidadosa de los cultivos y sus rotaciones y asociaciones, la agroecología biointensiva permite recuperar estructura y contenido en nutrientes de los suelos. Por este motivo es un aliado clave en la lucha contra la desertificación y el agotamiento de recursos, incluido el suelo, así como una herramienta frente al cambio climático.
El aumento de materia orgánica en general en todas las huertas es un indicador importante de adaptación y resiliencia. Los resultados del estudio muestran como la materia orgánica se ha visto incrementada en todas las regiones analizadas, con un aumento medio del 18% sobre el valor inicial. Esta regeneración de los suelos los convierte en sumideros de carbono muy efectivos frente a la crisis climática, con un secuestro a lo largo del proyecto de carbono de 3,23 toneladas en los casi 2.000 m2 de tierra trabajados, lo que contrasta con las prácticas convencionales que originan su pérdida.
En cuanto a la reducción del consumo de agua su uso fue inferior a datos teóricos en un 22%. Sobre los 8 cultivos estudiados, 7 redujeron su consumo de agua, el mayor el del tomate en Galicia con un 71% de reducción, seguido por el centeno en Madrid y la lechuga en Mallorca con 45% y 42% respectivamente. Se estima que la práctica del método biointensivo a largo de varios años podría alcanzar porcentajes mucho más elevados, llegando a un 70% de media.
Si algo caracteriza al método biointensivo de cultivo de alimentos a pequeña escala es la capacidad de producir alimentos suficientes para una dieta equilibrada en un espacio mínimo y sin prácticamente utilizar recursos externos al área de cultivo. La producción de abono en la propia huerta es clave para alcanzar la sostenibilidad cercana al 100% de las huertas biointensivas una vez asentadas.
“En un contexto de crisis climática y de recursos, el método biointensivo es uno de nuestros grandes aliados para paliar la desertificación de los suelos en España. No podemos olvidar que las prácticas agrícolas convencionales agotan el suelo de 9 a 80 veces más rápido que lo que tarda la naturaleza en reconstruirlo, mientras que el cultivo biointensivo mejora la salud del suelo, dotándolo de una buena estructura, de capacidad de almacenar agua y como sumidero de carbono, además de reducir drásticamente la necesidad de insumos externas como agua, fertilizantes o semillas”, señala Andrés Muñoz, responsable de soberanía alimentaria de Amigos de la Tierra.
Informe cultivo biointensivo en España
Fuente: Amigos de la Tierra