Diversidad lingüística mexicana, en peligro de desaparecer

Idioma Español
País México

Las 68 lenguas que hay en México y sus 364 variantes están en riesgo de desaparecer. Si no se inculcan y transmiten, cada vez que se muere una abuela o un abuelo se van extinguiendo… porque ya no hay nadie que las hable y las escriba, nadie que las preserve y las herede.

¿Qué se puede hacer para que pervivan? Nicolás García, alumno de 16 años de la Escuela Nacional Preparatoria 9 “Pedro de Alba” de la UNAM, vive en la lucha por preservar su lengua mediante la poesía. En sus versos recuerda a su abuela, que asegura ve reflejada en su mamá, quien le ha fomentado el amor por el amuzgo, hablado en su pueblo, así como el gusto por la literatura.

Nitsco, nombre artístico con el que se hace llamar (mezcla entre Ni –de Nicolás– y tscoo –de catscoo– iguana en amuzgo, uno de sus animales favoritos) nació en Ciudad de México, pero sus raíces son afroindígenas, de una comunidad de la Costa Chica de Guerrero llamada Xochistlahuaca (en náhuatl) o Suljaa’ (en amuzgo), topónimo que significa llanura de flores.

Nicolás es beneficiario del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural e Interculturalidad de la UNAM, lo que le ha permitido incluirse en exposiciones, conversatorios y actividades culturales que fomentan el cuidado y la recuperación de sus raíces.

Carolina Sánchez García, titular del PUIC, explica que este programa ofrece el Sistema de Becas para Estudiantes Indígenas y Afrodescendientes que ayuda al alumnado a permanecer en la Universidad. Además, apoya proyectos académicos para reforzar la formación profesional e iniciativas que acerquen a la pluriculturalidad a quienes pertenecen a esta casa de estudios.

Agrega que como parte de las actividades impulsan la diversidad lingüística a través de la literatura con el Festival de Poesía. Las Lenguas de América Carlos Montemayor, “para fomentar y resaltar que cada una tiene el mismo valor”.

“Todas las agrupaciones lingüísticas y sus variantes se encuentran en riesgo de desaparecer; y el número de hablantes no es el principal indicador de esa situación. El problema real está en que se dejan de transmitir a las nuevas generaciones”, explica Rodrigo Romero Méndez, investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM.

Por tal motivo, indica, tanto demógrafos como lingüistas realizan análisis sobre la tasa de transmisión, pues no tiene sentido que los censos reporten que gran porcentaje de la población de una localidad se comunica en una lengua originaria si ésta no se difunde entre las juventudes.

Ilustración: Andrés Otero.

El poder de la poesía

Nicolás afirma que Xochistlahuaca es un lugar donde el compañerismo y apoyo mutuo predominan. El telar de cintura es una de las actividades significativas. Las fiestas, las danzas del tigre y de la conquista, así como la morisqueta (platillo que mezcla arroz y frijoles) son aspectos característicos de esta localidad guerrerense colindante con Oaxaca.

Ahí se emplea el ñomndaa (amuzgo del norte). El Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportó que el amuzgo contaba con 59 mil 884 hablantes. “Las generaciones más longevas son monolingües y las más jóvenes, bilingües. Hay quienes casi no lo usan, pero es porque viven fuera de la localidad, lo conocen y practican poco, así surgen las nuevas variantes”, comenta Nitsco.

Desde su niñez se ha esforzado por aprender, escribir y dialogar en amuzgo a fin de mantenerlo vivo, en especial a través de la poesía. En su espacio educativo utiliza este medio de expresión como herramienta para fortalecer su herencia cultural, promoviendo y conservando sus raíces con apoyo de su madre, quien lo domina y ha sido la guía para reforzarlo en el núcleo familiar.

“El gusto por la lectura ella me lo transmitió por medio de cuentos y canciones. Esto influyó en que a los 12 años empezara a escribir versos sobre cosas que me pasaban, emociones y mis mascotas. Ella me dio la idea de declamarlos y redactarlos en amuzgo, entonces comenzamos a traducirlos”, relata Nicolás.

Fue en la secundaria cuando recitó por primera vez; desde entonces los centros educativos se han vuelto espacios donde hace resonar su herencia lingüística y visibiliza que las personas indígenas no sólo se encuentran en sus comunidades, también fuera de ellas. “Estamos en todos lados, en la UNAM, por ejemplo. Me gustaría que mis compañeres usen su lengua originaria, aunque no la conozcan bien”, destaca.

Por su parte, Rodrigo Romero expresa que en la última década comenzó un momento crítico de pérdida debido a que sólo las personas adultas mayores son quienes ejercen presión social para que se siga dialogando en sus lenguas. Por ello, destaca que es fundamental que la juventud tome acciones para la preservación, como lo hace Nicolás.

Según el INEGI, en 1930 la población mayor de cinco años hablante de lengua indígena era del 16 %. Para el Censo de Población y Vivienda 2010 la disminución es marcada, se registró un 6.6 % de personas de tres años en adelante (6 millones 913 mil 362) y hacia 2020 descendió porcentualmente a 6.1 % (7 millones 364 mil 645). En la ENADID 2023 bajó al 5.9 % (7.4 millones).

Las entidades con mayor porcentaje fueron Oaxaca (27.3 %), Yucatán (26.1 %), Chiapas (23.4 %), Quintana Roo (14.1 %) y Guerrero (13.9 %). El náhuatl (23.6 %) encabezó la lista, seguido del maya (12.4 %), tseltal (7.9 %) y zapoteco (7.2 %).

“Parte del problema de calcular hablantes es que en las encuestas hay gente que dice hablarla cuando sólo sabe algunas palabras o reconoce su uso con base en prejuicios y expectativas. En otros casos, sin constatar, los encuestadores asumen que los individuos la emplean por ser parte de cierta comunidad”, dice el investigador.

Subraya que en las estadísticas el número de hablantes aumentó. Pese a ello, el porcentaje disminuyó respecto a la población total. De acuerdo con sus análisis, la población monolingüe se concentra en generaciones mayores y niños, mientras que en las juventudes se registra una alta cantidad de bilingües. “Los jóvenes dejan de utilizarla como consecuencia de cambios sociales en sus contextos. La pregunta es ¿qué pasará cuando ya no estén las generaciones longevas?”.

Me gustaría que mis compañeres usen su lengua originaria, aunque no la conozcan bien”

Pérdida

Se calcula que a la llegada de los españoles a nuestro territorio había alrededor de 25 millones de habitantes; un siglo después sobrevivía alrededor de un millón. Esto quiere decir que con la muerte de mucha gente perecieron un gran número de lenguas, explica Rodrigo Romero Méndez.

Cuando se formó el Estado mexicano hubo riesgo de disminución debido a la idea de establecer una identidad nacional única, y fue a partir de 1950 cuando se crearon políticas agresivas para que la educación fuera bilingüe, “pero más bien era un sistema transicional. Se pretendía que al concluir la escuela los niños se comunicaran sólo en español, así tendrían mayor acceso a servicios. Desde entonces hubo un declive acelerado”.

Señala que es difícil calcular con precisión cuántas lenguas y variantes hay en la actualidad, pues se considera que en cada comunidad hay un sistema lingüístico propio.

“En muchos casos, se entienden entre las que son vecinas directas, pero el sistema no es el mismo. Con las más lejanas se entienden menos y las diferencias son mayores, así sucesivamente, de manera que llega un punto en el que es otra lengua y la comunicación es difícil. A esto se le conoce como cadena de dialectos”.

Otro elemento tiene que ver con la creencia de que se emplean sólo en los lugares donde surgieron históricamente; sin embargo, pueden generarse variedades en los grupos que migran.

El país cuenta con una gran diversidad, pues hay 11 familias lingüísticas muy distintas entre sí y en un territorio pequeño puede hablarse más de una. “Dicha riqueza cultural está en peligro constante de desaparecer. Algunas están en mayor riesgo que otras, como el ayapaneco, que tiene pocos hablantes, en comparación con el náhuatl o maya yucateco”, señala el investigador.

Entre los principales factores que amenazan el habla indígena están los socioeconómicos, como la migración y marginación social que generan discriminación y violencia, y a su vez, el pensar que al dejar de utilizarla o transmitirla tendrán mejores oportunidades.

El cuestionamiento sobre el beneficio de usarla deriva de que, incluso en sus comunidades, hay un entorno desfavorable porque no tienen infraestructura y servicios en su lengua, lo que vulnera sus derechos a la salud, justicia, educación y recreación.

“Con base en mis estudios, la utilidad se asocia a cuestiones emotivas: es la que se habla en su lugar de origen, la que sus padres les enseñaron o les da identidad, pero no mencionan que les sirva para conseguir trabajo, leer o estudiar, cosas que sí comentan cuando se les pregunta sobre el inglés o el español”, plantea Rodrigo Romero.

Nicolás cuenta que cuando su madre era joven migró a la capital del país para continuar sus estudios y mejorar su situación económica, por lo que se vio forzada a aprender español. Ahora es intérprete en juicios y siempre se ha preocupado por transmitir el amuzgo a su familia.

Foto: Daniela Gutiérrez.

Llamado a los jóvenes

Romero refiere que uno de los espacios más prestigiosos para utilizar las lenguas originarias es la escritura y hace un llamado a que las juventudes redacten cualquier cosa. “Lo importante es que se apropien de ellas a través de la prosa, reflexiones, ensayo o periodismo, entre otras formas de expresión. Eso puede tener un efecto de réplica en otros”.

Nicolás se entusiasma al mencionar el orgullo que le genera estar en la UNAM. “Es grato porque mis amigos se interesan en conocer más sobre el amuzgo, me preguntan cómo mencionar ciertas frases y es bonito porque me saludan diciendo xmanndyu’, ‘hola’ en español”.

“Entre mis poemas más recientes están: Nan wee siom (nombre propio, no tiene traducción), que redacté a partir de la pérdida de mi abuela. Plasmo el hecho de sentirla presente en mi mamá. En un verso digo que son como agua cristalina, porque son idénticas. Otro es Nmein Jâ ndo’ tijoom calei’n noonyâ (Sin miedo a ser), en el que expreso mi perspectiva como parte de la comunidad LGBTIQ+, abordando temas como la represión y el rechazo que se viven en Ciudad de México, en comparación con mi pueblo, donde somos aceptados y respetados”.

Responsabilidad del Estado

El periodo 2022-2032 fue declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas del Mundo con el objetivo de que los países generen estrategias para su preservación, revitalización y promoción.

Según mencionan en una de sus publicaciones, las estimaciones optimistas apuntan que, al menos, el 50 por ciento de las variedades lingüísticas del planeta (en su mayoría las maternas) se habrán extinguido o estarán gravemente amenazadas en 2100. Las más pesimistas, pero realistas, indican que será entre el 90 y el 95 a finales de este siglo.

Por dichas razones, Rodrigo Romero enfatiza que además de las acciones que las personas realizan en sus contextos particulares, es imprescindible que el Estado ponga en marcha mecanismos para evitar la pérdida.

“Los primeros esfuerzos, hasta ahora, giran en torno a conocer cuál es la situación que enfrentamos. Hace falta impactar con políticas directas en las comunidades donde originalmente se hablan, pero también en aquellos grupos que han migrado”.

Expone que debe instrumentarse con urgencia el que sean lenguas de instrucción. Por ejemplo, el caso del hawaiano, cuando se prohibió su uso hubo esfuerzos colectivos por revitalizarlo creando escuelas bajo esta estrategia. Con el euskera, en España, ocurrió lo mismo, pero ahí el impulso fue desde el gobierno.

“Hay mucho rezago, no sólo es indispensable que se establezca en las leyes como una garantía, debe ser una responsabilidad del Estado. Si se logra eso, México estaría a la vanguardia en el ámbito mundial”, señala.

Concluye afirmando que al desaparecer una lengua se pierde parte de lo que se conoce como la cognición social de los humanos. Por ello, es indispensable atender esta problemática que, además, reduciría la discriminación y violencia. “Es importante crear condiciones para que todos seamos ciudadanos con los mismos derechos, oportunidades y que nadie se sienta juzgado por enunciarse desde sus orígenes”.

Fuente: Desinformémonos 

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales

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