Argentina: La consecuencia de políticas “no naturales”
“Es un tsunami que cayó del cielo”. Así calificó el gobernador José De la Sota la tormenta que azotó a Punilla, Sierras Chicas, Jesús María, en la provincia de Córdoba el pasado 15 de febrero. Sin embargo 7 muertos, personas aún desaparecidas, cientos de refugiados, miles de hogares destruidos, nos ponen frente a una realidad en la que no se pueden pasar por alto las responsabilidades políticas.
Inundaciones y muertes en Córdoba: La consecuencia de políticas “no naturales”
Comúnmente tanto los políticos como la prensa tradicional sólo se centran en los “factores naturales” para explicar los fenómenos de este tipo y sus consecuencias, olvidando que dentro de las causas de estas catástrofes artificiales también aparecen los efectos de políticas nocivas.
Vecinos y representantes de organizaciones agrupados en la “Coordinadora Ambiental y de Derechos Humanos Sierras Chicas”, una de las localidades afectadas, manifestaron que “la `catástrofe` no es `natural`. Lo natural es que cuando llueve el agua se infiltre y vuelva lentamente a la superficie (efecto de esponja). Pero las cuencas altas están siendo desmontadas, incendiadas y edificadas, desprotegiendo e impermeabilizando el suelo que pierde su capacidad de esponja”. A su vez denuncian que en Córdoba “se desmonta una hectárea por hora, ostentando así el triste récord mundial en depredación de nuestros bienes comunes”. Y que estas políticas “se gestionan primando los intereses de grupos económicos”, sin contemplar la participación de los habitantes de la zona.
La geóloga Graciela Argüello dio cuenta de la multiplicidad de las causas que pudieron llevar a este desastre debido a la extensión del territorio afectado. Sin embargo señala que deben considerarse la “vulnerabilidad” de los lugares elegidos a la hora de urbanizar: “El emplazamiento de algunas construcciones en zonas de alto riesgo, y que deberían dejarse libradas a la dinámica natural de la cuenca. Ése fue el caso de la Plaza de Río Ceballos que ocupaba un paleocauce (lugar donde anteriormente existía el cauce de un río), y que fue arrasada”, señala la geóloga. A su vez también marcó “la notable insuficiencia de mantenimiento en los diques”, que “tienden a colmatarse por la sedimentación en el fondo. Esto significa que se requiere menores volúmenes de agua para desbordarse, o para requerir la apertura de válvulas que generan las crecientes en los ríos aguas abajo”.
Expertos coinciden en señalar otras causas que están lejos de ser solamente naturales:
-Mega emprendimientos turísticos, comerciales, etc., que se realizan en las cuencas de los ríos (algunos de ellos obstaculizando el paso del agua), volviendo habitables zonas de desborde. En ese sentido plantean la necesidad de una “planificación responsable” por sobre los negociados que la provincia hace con grandes capitales.
-El exterminio de la fauna autóctona, a partir de la continua desforestación para la implantación de monocultivos, en especial de soja. Con la sanción de la “Ley de Bosques” (2010) “se desmontaron 44.823 hectáreas hasta mediados de 2013, de las cuales 10.796 eran bosques protegidos por la ley”, explican desde Greenpeace.
-A su vez meteorólogos señalan que con la tecnología existente en la provincia no se pueden detectar tormentas de este tipo. Si bien hace poco se instaló en la Universidad Nacional de Córdoba un radar que favorecerá este tipo de previsiones, aún no se conoce su puesta en funcionamiento.
Desde la Asociación de amigos de Parques Naciones difunden investigaciones de la Universidad de Toronto (Canadá), en dónde reconocen que las tormentas serán cada vez más violentas a causa del cambio climático: “El calentamiento global no dará lugar a un ambiente cada vez más tormentoso en general, un tema debatido por los científicos durante décadas. En cambio, las tormentas fuertes se harán más fuertes, mientras que las tormentas débiles se debilitan, y el resultado acumulado del número de tormentas se mantendrá sin cambios”.
La naturaleza habla a través de cada uno de estos fenómenos, pero hay que estar dispuestos a escucharla. Sin embargo los beneficios económicos de la expansión sojera, con el consecuente monocultivo, y la especulación inmobiliaria primaron a la hora de establecer políticas en Córdoba. Esto hace que ya no podamos seguir hablando de “causas naturales” a secas, y tengamos que dar cuenta de la mano del hombre sobre la naturaleza para alterar sus ciclos, con las consecuentes consecuencias eso acarrea.
Datos: Anred, Locos por la Geología, FM Gen, Página12, La Izquierda Diario, Cadena3, noqueremosinundados.blogspot.com.ar.
Fuente: ARGENPRESS