Servidumbre (in)voluntaria y manipulación de las mentes

Idioma Español

Pese a la profunda crisis del sistema capitalista, puesta ahora más que nunca en evidencia en todos los aspectos de la vida social e individual, no se avizora una reacción organizada antisistema de las mayorías y brilla por su ausencia un discurso riguroso y coherente, mensajero sin concesiones populistas ni oportunistas de un ideal revolucionario. El derrumbe del socialismo real y el “socialismo del Siglo XXI”, ficticio y corrupto, han contribuido también a generar en la gente un reflejo condicionado de rechazo a la idea de una transformación socialista de la sociedad. Con este concurso de circunstancias y en base al control casi absoluto de los instrumentos y medios de producción y de comunicación, estos últimos con una capacidad prácticamente ilimitada para la manipulación de las mentes, el sistema dominante está ganando la batalla. Cabe esperar que, más temprano que tarde, cambie radicalmente esta relación de fuerzas, funesta para el porvenir de la humanidad. 

La pandemia está poniendo claramente de manifiesto que una gestión racional y humana de la sociedad en materia de salud, alimentación, vivienda, educación, tiempo libre, etc. y el sistema capitalista son incompatibles. 

Se puede ver que es así porque los Gobiernos no pueden resolver la ecuación entre combatir la pandemia y hacer funcionar la economía: si se incrementan las medidas sanitarias se paraliza la economía, aumenta la desocupación, cada vez más gente pasa hambre, muchos chicos –en particular los pobres- abandonan los estudios, etc. 

Para evitar el estallido, algunos Gobiernos toman tímidas medidas que escapan a la lógica capitalista vigente: aseguran –o prometen asegurar- ingresos mínimos a gente que ha dejado de trabajar, compensan parcialmente a los pequeños empresarios por las pérdidas sufridas, aunque evitan cuidadosamente rozar el derecho de propiedad como sería requisar hoteles para alojar a los sin techo o para instalar hospitales de emergencia.

Por otro lado la pandemia está sirviendo para enriquecer desmesuradamente a una ínfima minoría propietaria de algunos sectores estratégicos como el comercio en línea y los grandes laboratorios que han contratado con los Estados la venta de miles de millones de vacunas en condiciones que no se han hecho públicas. Y cuando otros grandes conglomerados empresarios tienen dificultades reciben préstamos multimillonarios con la garantía del Estado [1].

Bizarramente, algunos pocos grandes capitalistas y algún miembro del mundo de las finanzas preconizan ahora reducir la jornada laboral y practicar ya una importante redistribución de los ingresos.

Discurso inaudible del lado de los “progresistas” y de los que se autodenominan de izquierda, que siguen proponiendo remedios –en realidad placebos- dentro del capitalismo pero que se abstienen de cuestionar globalmente éste.

Dado este panorama, cabe preguntarse si el sistema dominante no está logrando llevar a la humanidad a un punto de no retorno, en el que las masas oprimidas y explotadas pierdan total y definitivamente la capacidad de tomar conciencia de su actual condición degradada y degradante y la capacidad de imaginar e imponer una alternativa superadora en una sociedad radicalmente diferente.

Una sociedad que no esté regida por las leyes del mercado, donde no impere la explotación capitalista y donde los progresos tecnológicos, la ciencia aplicada y la automatización de la producción, como escribió Marx en 1857, liberen al ser humano de la necesidad, de los trabajos físicos y del trabajo alienado en general, lo que permitirá su plena realización… Marx agregó: « Desarrollo libre de las individualidades y por ende no reducción del tiempo de trabajo necesario con miras a poner plustrabajo, sino en general reducción del trabajo necesario de la sociedad a un mínimo, al cual corresponde entonces la formación artística, científica, etc., de los individuos gracias al tiempo que se ha vuelto libre y a los medios creados para todos ». (Carlos Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse), [Contradicción entre la base de la producción burguesa (medida del valor) y su propio desarrollo. Máquinas, etc.]).

Nota:

[1] A fin de diciembre de 2020 el grupo francés Lagardère (BNP Paribas, Caisse Régionale de Crédit Agricole, Mutuel de Paris et d'Ile-de-France, Commerzbank Aktiengesellschaft Paris Branch, Crédit Agricole Corporate and Investment Bank, Crédit Lyonnais, ING Bank N.V. French Branch, Natixis, Société Générale, UniCredit Bank AG) propietario de la editorial Hachette, de las boutiques Relay instaladas en todos los aeropuertos y estaciones de tren, de la radio Europe 1, de la revista Paris Match  y del periódico  Journal du Dimanche recibió un préstamo de 465 millones de euros garantizado por el Estado a nivel del 80%.

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Alejandro Teitelbaum  rf.rfs@muabletiet.ordnajela

Temas: Crisis capitalista / Alternativas de los pueblos

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