Reclamar el futuro de la alimentación: cuestionando la desmaterialización de los sistemas alimentarios
"Estas dinámicas, en concreto los procesos de desmaterialización, digitalización y financiarización, están cambiando profundamente el carácter del sistema alimentario corporativo. Esto está provocando, entre otras cosas, el cambio de poder hacia nuevos actores que a menudo están cada vez más distantes de la producción de alimentos. Al mismo tiempo, están alterando la concepción del mercado de alimentos y los hábitos de consumo de alimentos en los centros urbanos y más allá."
Durante las últimas décadas, el efecto combinado de la liberalización, la desregulación y la privatización ha provocado que la variedad de bienes y servicios comercializables se haya expandido y extendido a ámbitos que previamente se han considerado como intrínsecamente públicos, como el agua, la educación y la salud, entre otros. Esta transformación de los bienes públicos, que son la piedra angular de los derechos humanos, en productos básicos comercializables, se conoce por el término “mercantilización”. La provisión privada de bienes públicos bajo la doctrina neoliberal de las instituciones económicas mundiales no solo se ha convertido progresivamente en la norma, sino que también está cada vez más desreglamentada, hasta el punto de alterar fundamentalmente la naturaleza de los bienes que se proveen. Si bien se acepta ampliamente que los alimentos son un bien comercializable (los alimentos se han comerciado como un producto básico durante siglos), es el fracaso en la reglamentación de los mercados, bajo el impulso de las ortodoxias del libre mercado, lo que promueve la mercantilización total de los alimentos y contribuye a las estrategias de desposesión de los recursos productivos que han afectado fuertemente a las comunidades campesinas. Ese débil marco reglamentario de los mercados ha generado una laguna enorme entre lo que es legal y lo que es sostenible, coherente con los derechos humanos y moralmente aceptable.
Bajo estos mismos factores, el neoliberalismo ha producido una concentración de riqueza sin precedentes. Desde 2015, el 1 % más rico de la población mundial posee más riqueza que el resto del planeta; ocho hombres poseen la misma riqueza que 3 600 millones de personas (la mitad de la humanidad). Durante los próximos 20 años, 500 personas legarán 2,1 billones de USD a sus herederos, una suma que supera el PIB de India, un país con una población de 1 300 millones de personas.Los ingresos del 10 % más pobre de la población mundial han aumentado menos de 3 USD al año entre 1988 y 2011, mientras que los del 1 % más rico se han incrementado 182 veces más. Como resultado, somos testigos de un control casi total del sistema alimentario industrial por cada vez menos personas y corporaciones, como también dilucidan Trudi Zundel y Silvia Ribeiro en su artículo sobre el proceso de megafusiones en los sectores de los insumos y la maquinaria agrícolas. Al mismo tiempo, la red alimentaria campesina suministra, a fecha de hoy, el 70 % de nuestros alimentos, usando solo el 25 % de nuestros bienes comunes.
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