México: La UNAM, los transgénicos y las políticas del Estado
"La necesidad de un debate serio y transparente sobre el problema es más imperiosa que nunca, y en lo que hace a la UNAM es más que urgente el impulso a la creación de foros en los que este problema se ventila".
Una de las características más negativas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es la monopolización que las autoridades han hecho tradicionalmente del uso de los espacios, físicos o mediáticos. Un ejemplo paradigmático de esto es la Gaceta UNAM. A lo largo de sus páginas es casi imposible encontrar alguna publicación que contradiga a la línea oficial de la rectoría en curso. La comunidad universitaria no tiene acceso a publicar libremente ahí. No es un espacio democrático de expresión de la pluralidad de ideas que se expresan en la casa máxima de estudios.
De manera que cuando aparece publicada en un lugar prominente de esa Gaceta, el 16 de noviembre pasado, la noticia de la presentación del libro Transgénicos, grandes beneficios, ausencia de daños y mitos,del doctor Francisco Bolívar Zapata, en un evento presidido ni mas ni menos que por el propio rector Enrique Graue Wiechers, un gesto de profunda preocupación se genera.
¿Por qué?
En primer lugar porque significa una explícita toma de posición de la propia rectoría de la UNAM en favor de una de las partes en pugna en relación con un problema enormemente debatido en la Universidad, en el país y en el mundo: el de la fabricación y comercialización de organismos genéticamente modificados para la alimentación. Me refiero a la parte que defiende, contra toda evidencia científica acumulada a lo largo de 20 años, la inocuidad de los alimentos transgénicos y la defiende con un discurso que no se ha modificado un ápice en todo ese lapso.
En segundo lugar porque no es la primera vez que instancias del mundo intelectual mexicano dan el aval a la producción de alimentos transgénicos sin escuchar la voz de quienes nos oponemos a ellos. La Academia Mexicana de Ciencias (AMC) publicó, en 2011, en formato electrónico, el libro Por un uso Responsable de los Organismos Genéticamente Modificados, coordinado por el doctor Bolívar (texto que por una parte deja mucho que desear en cuanto a su nivel académico) y con el cual la AMC hizo en esa ocasión lo mismo que ahora la UNAM al tomar partido y cerrar las posibilidades a un debate abierto, rehusando dar oportunidad igual a expresarse a todas las partes, tal y como debería de realizarse entre académicos y científicos.
Todo esto nos confirma no sólo que existe una política de Estado con respecto a los alimentos transgénicos y que ésta es claramente favorable a la de las empresas que los fabrican, eso ya lo sabíamos (No es banal recordar que el doctor Bolívar Zapata fue nombrado por el presidente Peña Nieto como coordinador de Ciencia, Tecnología e Innovación a partir del mes de abril de 2013). Lo que todo esto nos confirma y que es extremadamente grave es que a partir de ahora la UNAM se suma a esa política, la hace suya.
En tercer lugar, el aval de la rectoría a la publicación del doctor Bolívar implica abrir la puerta a la intromisión de las compañías trasnacionales biotecnológicas: Bayer-Monsanto, Syngenta, Du Pont, etcétera, en la vida de la UNAM, siendo ellas las que, en su calidad de poderes fácticos, estarán decidiendo las orientaciones y prioridades en la investigación sobre alimentación en nuestro país. Este es un claro ejemplo de privatización de la investigación científica en las instituciones públicas de educación superior y es una muestra clara de pérdida de la autonomía de la UNAM, de una tendencia a uniformizar el conocimiento y su divulgación y de supresión de las diferencias y del espíritu crítico.
Todo lo anterior hace que se enciendan las alarmas y luces rojas en lo que a la política nacional y universitaria se refiere en relación con los alimentos transgénicos. La necesidad de un debate serio y transparente sobre el problema es más imperiosa que nunca, y en lo que hace a la UNAM es más que urgente el impulso a la creación de foros en los que este problema se ventila. En todo caso la máxima casa de estudios, empezando por sus autoridades, tiene que garantizar la igualdad en oportunidades para expresar todos los puntos de vista en vez de discriminar a los opositores al uso de transgénicos.
Por mi parte, en mi calidad de académico de la UNAM organizaré un evento de esta naturaleza en meses próximos, de cara a la comunidad universitaria y la nación. Aún no hay fecha precisa pero lo haré. Desde estas páginas me permito extender una cordial invitación a participar en el mismo, a mis colegas académicos, los doctores Bolívar Zapata y Graue Wiechers.
Fuente: La Jornada