Lideresas indígenas que defienden su territorio en América Latina
Este 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible” fue el lema que ONU Mujeres eligió este año. Mongabay Latam presenta algunas de las historias que se han publicado sobre mujeres indígenas que lideran la lucha de defensa de sus territorios y han logrado cambios importantes en sus comunidades.
Las mujeres indígenas latinoamericanas son ejemplo internacional cuando se trata de la defensa de territorios. Sus historias, luchas y acciones son parte de una fuerza colectiva por la protección de los bienes naturales del planeta y por los que han decidido ser parte de la primera línea de defensa contra la minería, el narcotráfico, la tala ilegal y otras amenazas.
Defender el territorio no es una tarea fácil. A las mujeres, sobre todo, les ha traído altos costos. El reporte más reciente de Global Witness muestra que quince defensoras latinoamericanas del ambiente y el territorio fueron asesinadas en 2020. Siete de ellas eran mujeres indígenas. Detrás de estos asesinatos, también permea la violencia física, psicológica y sexual, mientras las defensoras son estigmatizadas, criminalizadas y acosadas por su trabajo en la defensa de los espacios que habitan y son fundamentales para sus territorios: los ríos, bosques y la tierra misma.
Conozcamos las historias de cinco defensoras del territorio y el ambiente en diferentes países de América Latina. Ellas encabezan iniciativas que surgen desde las comunidades, donde han demostrado que el cambio, en muchos lugares, es impulsado por las mujeres.
Rosa Durán: la lideresa indígena que protege el primer sitio Ramsar de la Amazonía colombiana
Rosa Durán, originaria de la etnia Curripaco, en Colombia, es la única mujer indígena que forma parte de la Mesa Ramsar de la Estrella Fluvial Inírida. Desde esta plataforma, que representa a 25 comunidades indígenas y campesinas que viven en una zona protegida por la convención internacional, ella encabeza una lucha de defensa contra la minería ilegal de oro en este complejo de humedales único en el mundo, dada su combinación de biomas y mezcla de aguas blancas, claras y negras.
Su trayecto para llegar a ese espacio no fue sencillo. En su pueblo, el derecho a la palabra y al conocimiento, es algo que los indígenas suelen reservar para los hombres. Rosa Durán rompió las formas desde niña, cuando su abuela le enseñó a hablar con la gente.
“Ellos dicen que si nosotras no hablamos con coherencia, no podemos hablar. Y hablar con coherencia es conocer la cosmovisión indígena y bajarla a lo que pasa en el entorno de la gente”, afirma Durán.
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La lideresa Kichwa que defiende su territorio de taladores ilegales y narcotraficantes en la Amazonía de Perú
Marisol García Apagüeño es la primera y única dirigente mujer en asumir un cargo en la Federación de Pueblos Indígenas Kechua Chazuta Amazonas (Fepikecha), desde donde lucha por el reconocimiento y titulación de los pueblos kichwa en el Perú.
En su trayectoria como lideresa, ha defendido al territorio kichwa y visibilizado sus problemáticas, empezando por la denuncia de actividades ilegales como el tráfico de madera y el narcotráfico. Esto le ha valido amenazas contra su vida.
“Podrán matar uno, dos, tres de nosotros, pero otros vendrán a defender el bosque, no nos van a exterminar”, dice García Apagüeño, originaria del Bajo Huallaga en San Martín, Amazonía de Perú.
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Josefina Tunki: “Si hay que morir en la defensa del territorio, hemos de morir”
La apariencia seria y dura de Josefina Tunki contrasta con su carácter maternal. Luce como una abuela sabia y es toda una estratega para luchar contra las mineras, pero, en el pueblo Shuar Arutam, en Ecuador, muchas personas también le reconocen su escucha y su capacidad de apoyar y generar confianza.
Es la primera presidenta del Pueblo Shuar Arutam (PSHA) —con una llegada al puesto que reveló el machismo estructural, pero que también ha sido ejemplo para las nuevas generaciones de mujeres— y quien, por su férrea defensa del territorio indígena, enfrenta amenazas de muerte.
Tunki asegura que no tiene miedo a las armas de policías ni militares. Tampoco a las amenazas de muerte que ha recibido de los mineros. Más bien, teme que su pueblo pierda su hogar: “Lo que más me preocupa —confiesa— es que en el rato menos pensado puede haber desalojos o confrontaciones”, dice.
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“Estamos en guerra, nos la han declarado a los pueblos indígenas”: Ruth Alipaz, lideresa uchupiamona
Ruth Alipaz encabeza la lucha del pueblo uchupiamona contra un proyecto hidroeléctrico que podría inundar su territorio y los de otros pueblos indígenas en Bolivia. Aunque el título de “defensora” no le agrada mucho, la actual representante de la Coordinadora Nacional de Defensa de Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas (Contiocap), mantiene una férrea lucha contra la construcción de la central hidroeléctrica Chepete – El Bala.
“Ante la sola idea de que mi territorio pueda ser inundado y que todo eso desaparezca, que mi río desaparezca, es como si me borraran la memoria”, dice Alipaz sobre el proyecto que asegura pondría en riesgo la vida de la cuenca amazónica del río Beni y que podría desplazar a más de 5 mil indígenas con la inundación de un territorio equivalente a siete veces la ciudad de La Paz.
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“Nuestro huerto es el bosque”: mujeres y familias Maya Qʼeqchiʼ rescatan semillas nativas en Guatemala
Las mujeres Maya Qʼeqchiʼ, en Guatemala, no solo cuidan el medio ambiente en sus comunidades, sino que han trabajado a la vez por la seguridad alimentaria de sus familias. Desde 2020, al inicio de la pandemia de Covid-19 que, además de la salud, golpeó su economía, se organizaron para reunir y compartir semillas nativas que se convirtieron en huertos para alimentar a dos comunidades enteras.
Entre todas, lograron establecer 35 huertos con diversos vegetales y plantas medicinales en los pueblos de Chinabenque y Seacacar, en el municipio de El Estor, Izabal, al norte del país. Pero con su iniciativa, no solo resolvieron sus necesidades básicas, sino que, al usar semillas nativas, contribuyeron al rescate de los conocimientos tradicionales maya sobre agricultura y, en consecuencia, al no usar agroquímicos, a reducir su huella de carbono y aportar a la mitigación del cambio climático.
“Somos 25 mujeres y teníamos distintas semillas. Las reunimos y pudimos repartirlas entre todas y así cada quién empezó a trabajar con su hortaliza. Como nosotras estamos saliendo adelante, otras mujeres están interesadas en organizar otros grupos, porque ya están viendo que, quienes estamos trabajando, estamos cosechando”, dice Ana Maritza Ico Sierra, una de las pioneras del proyecto en Chinabenque, una pequeña comunidad indígena con 95 familias.
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Fuente: Mongabay