La carrera por las materias primas

Si bien la UE está comprometida con las emisiones netas cero, el enfoque predominante depende de mantener la expansión capitalista, lo que plantea dudas sobre la viabilidad de una verdadera transición verde. El esfuerzo enfrenta complejidades, en particular en el contexto de la competencia global y el imperativo de asegurar materias primas esenciales, haciendo hincapié en los modelos de producción extractivos.

Cómo la Unión Europea utiliza los acuerdos comerciales para garantizar el
acceso a materias primas críticas en su transición verde

El cambio climático es una realidad. En la actualidad es un hecho ampliamente aceptado que la quema de combustibles fósiles ha contribuido en gran medida al calentamiento global. Una encuesta realizada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 2020 concluyó que un 72% de la población de Europa occidental y América del Norte es consciente de que atravesamos una emergencia climática.

En su discurso inaugural de la conferencia ‘Beyond Growth’, celebrada en Bruselas en mayo de 2023, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, declaró: ‘Un modelo de crecimiento económico centrado en los combustibles fósiles es sencillamente obsoleto. Debemos descarbonizar nuestras economías lo antes posible’.

A finales de noviembre de 2022, 87 países habían anunciado compromisos para reducir sus emisiones a cero durante este siglo. Tomados en conjunto, estos países representan más del 85% de las emisiones mundiales. Sin embargo, en la mayoría de los casos, estos compromisos y sus predicciones se basan en el supuesto de que el consumo y uso de energía aumentarán significativamente en países de altos ingresos, de conformidad con la continua expansión del capitalismo.

El plan de alcanzar las emisiones cero de aquí a 2050 (mientras se mantiene el modelo de crecimiento económico actual) depende de transformar economías e industrias basadas en combustibles fósiles en economías que utilicen las denominadas ‘tecnologías limpias’. Como ejemplo, se estima que la producción de vehículos eléctricos podría aumentar 15 veces de aquí a 2050, y que el uso de energías renovables, como paneles solares y turbinas eólicas podría cuadruplicarse. Este proceso ha sido enmarcado como una ‘transición verde’.

A pesar de que la implementación de sistemas de energía renovable y vehículos eléctricos comenzó hace al menos 20 años, ahora está avanzando a toda velocidad. Hay varios motivos para ello. El primero es la aceptación generalizada de que el cambio climático es una amenaza grave para la supervivencia de la humanidad en este planeta. El segundo es la necesidad de resolver la tasa de crecimiento extremadamente baja de las denominadas economías capitalistas maduras, algunas de las cuales incluso han ingresado en una recesión, como Alemania, sumada a las bajas tasas de inversión privada como consecuencia del aumento de los conflictos armados y las tensiones geopolíticas, entre otros.

La necesidad de convertir al capitalismo basado en combustibles fósiles en su versión ‘verde’ para ‘salvar a la humanidad de un desastre climático’ se utiliza para justificar grandes flujos de gasto público, garantías de crédito y otros incentivos y beneficios para empresas privadas, que son consideradas las impulsoras fundamentales de la ‘transición verde’.

A pesar de este marco, el lenguaje de la transición verde también se utiliza para ocultar y dar una imagen ‘verde’ a la intensificación del militarismo, ya que parte de las materias primas terminan siendo utilizadas para satisfacer las necesidades de la industria armamentista y de seguridad en auge. Al mismo tiempo, no se cuestiona la estructura del sistema capitalista y sus modos de producción y consumo. Por el contrario, las principales potencias económicas, especialmente China, los Estados Unidos y la UE, participan en una competencia feroz para encabezar este proceso de transición, para lo cual cuentan con programas de apoyo y subsidios específicos para sus sectores industriales.

La Comisión Europea, por ejemplo, ha presentado el Pacto Verde Europeo, una iniciativa que abarca decenas de medidas para hacer que la economía europea sea más ‘verde’ y que la UE se vuelva climáticamente neutral para 2050. Una de esas medidas es el Plan Industrial del Pacto Verde, iniciado en febrero de 2023, que prevé brindar importante ayuda financiera e incentivos a las inversiones en tecnologías más limpias. Los Estados Unidos, mediante la Ley de Reducción de la Inflación (Inflation Reduction Act) y China, mediante su iniciativa “Hecho en China 2025” han lanzado sus propios programas de subsidios ambiciosos para acelerar la transformación de las empresas y economías nacionales y así mantener el control sobre la mayor parte de la cadena de producción en sus propios países. El punto débil de estas iniciativas es el acceso a las materias primas y metales necesarios para transformar la base del poder de estas economías.

Ese es especialmente el caso de la UE que, con apenas un 6% de la población mundial, consume entre un 25 y un 33% de los metales que se producen en el mundo. Además, para la mayoría de los metales, la UE depende entre un 75% a un 100% de las importaciones, en gran medida de China o de países del Sur global. 

- Para descargar el informe completo (PDF), haga clic en el siguiente enlace:

Fuente:  Transnational Institute - TNI

Temas: Crisis climática, Desigualdad, Economía verde

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