Decálogo de la financiación en el medio rural
"A partir de un ‘conversatorio’ organizado por el Consejo de Redacción de la revista, elaboramos de forma esquemática diez ideas claves que pensamos sitúan y explican muy bien la realidad y la problemática de la financiación en el medio rural."
¿Qué financiación para un mundo rural vivo?
Al escuchar las palabras “finanzas”, “financiero” o “financiación” nos vienen a la mente imágenes de los grandes bancos o entidades financieras y más, hoy día, con la crisis financiera que éstos mismos han generado. Pero en los quehaceres de nuestras vidas diarias, queramos o no, por dónde y cómo vivimos, somos personas inmersas en el mundo financiero. Son muchos los salarios que se pagan por el banco o una caja de ahorros; los ahorros, cuando los haya, suelen estar depositados en un banco o en una caja; los créditos para poder hacer frente a grandes inversiones en bienes como la vivienda o los automóviles se suelen realizar en base a dinero prestado por las mismas entidades; los pagos de cuantías grandes de dinero se hacen también por estas mismas entidades, normalmente por trasferencias; e incluso se emplean bancos y cajas para realizar pagos menores, ya que se promueve el uso de la tarjeta de crédito y las domiciliaciones. Son pocas las personas hoy día que logran realizar su vida sin recurrir a los ‘servicios’ que ofrecen bancos y cajas y, de hecho, muchas veces se está obligada a usar una entidad financiera y no se puede realizar una operación económica con dinero en mano.
El mundo rural no es una excepción y es un hecho que a lo largo de los años han aumentado las operaciones que obligan a emplear una entidad financiera de un tipo u otra, particularmente en las inversiones agrarias de nuevas instalaciones ganaderas, en la compras de tierra, en maquinaria agrícola que implican decenas y cientos de miles de euros, para el cobro de subvenciones del sector, para realizar compras de insumos, para cobros de los productos y bienes…
No obstante, afrontarse a la necesidad de realizar alguna operación financiera viene de lejos, aunque fuese a otra escala, y en el mundo rural las propias comunidades campesinas crearon y disponían de unas entidades cuyo fin era ‘almacenar’ el ahorro campesino para poder ofrecer una serie de servicios a sus socios (y alguna que otra socia) con las mejores condiciones y términos posibles. Lo que se puede describir como una caja común al servicio de determinada comunidad.
Con el paso del tiempo las comunidades rurales han perdido su protagonismo en estas cajas ‘rurales’. Como con otras tantas herramientas construidas por el campesinado para ayudarse en sus quehaceres (cooperativas de insumos, cooperativas de venta del producto, corredurías de seguros…) la herramienta misma logra cobrar vida como entidad propia e impone sus propias normas y sus propios criterios de funcionamiento en beneficio propio, que no necesariamente coinciden con los motivos de su fundación, ni con los de las personas que las fundaron, ni con los intereses de las y los usuarios.
El ánimo de lucro y maximizar éste es su principal objetivo, por encima de cualquier otro. Así nos encontramos –como explican algunos artículos de la revista- con la manipulación habida de las cajas por los intereses de la agro industria tanto para promover el modelo agro-pecuario intensivo y marginar modelos alternativos como el agroecológico, o nos encontramos con nuestro dinero invertido en proyectos antisociales, antiéticos y destructores de la vida rural y la soberanía alimentaria, dentro y fuera del ámbito geográfico propio.
Queda por ver, por tanto, cómo afrontar un nuevo ciclo de construcción de organismos financieros desde necesidades, criterios y valores sociales, para garantizar que la historia no se vuelva a repetir y más cuando se están construyendo alternativas para ayudar a financiar experiencias que caminan hacía la soberanía alimentaria.
¿Cómo, entre todas y todos, podemos construir un modelo financiero que mantenga su visión social y que no sea absorbido por intereses ajenos a nuestro proyecto? Esperamos aportar reflexiones que faciliten este camino.
Decálogo de la financiación en el medio rural
A partir de un ‘conversatorio’ organizado por el Consejo de Redacción de la revista, elaboramos de forma esquemática diez ideas claves que pensamos sitúan y explican muy bien la realidad y la problemática de la financiación en el medio rural. Hemos contado con las opiniones y aportaciones de Belén, campesina de Valladolid; Txetxu ganadero prejubilado en Euskadi; con la experiencia de un proyecto cooperativo de integración social, L’OLIVERA, representada por su director Carles; con Uxi trabajadora social en Palencia; con Marta del Center for Agro-food Economy and Development-CREDA-UPC-IRTA; con Javier cerealista de Aragón; y finalmente con Peru al frente del proyecto de banca ética FIARE.
10 puntos SOBRE LA FINANCIACIÓN RURAL
- La inercia de la lógica financiera neoliberal –que nos ha llevado a la crisis económica actual y global- aplicada al mundo rural es muy sencilla: modelo de explotación intensiva, grandes industrias, productividad, control de los medios de producción (semillas)… Es decir, para los grupos financieros predominantes el mundo rural no ofrece ningún atractivo, salvo la posibilidad de especular con los alimentos básicos. Para sus estrategias financieras, no son interesantes las pequeñas fincas, ni los circuitos localizados de producción-distribución-consumo, ni las certificaciones participativas…en definitiva las alternativas que propone la soberanía alimentaria.
- Muchas veces el único dinero al que tiene acceso una persona campesina (créditos o subvenciones) ya viene condicionado, se ofrece sólo para favorecer el modelo de agricultura industrial e intensiva que desencadena en tantas experiencias frustradas, en tantas fincas cerradas, en miles de iniciativas sumamente endeudadas…
- A su vez, este endeudamiento, es el principal tractor del modelo productivista. La devolución del crédito exige más producción y ésta, en las condiciones actuales, se vuelve una espiral insalvable. Sobre la que también las organizaciones campesinas deben reflexionar: ¿qué modelo agrario hay que defender? ¿La ‘modernización’ no es la trampa para muchas agriculturas y ganaderías? «A más grande es el tractor… más grande es la pobreza» -dice Txetxu.
- Una clave importante para vencer esta situación de endeudamiento pasa por la decisión política y estratégica de ‘desintensificación’ y cambio de valores. Hay que reivindicar un modelo agrario humanizado, con pocos insumos, rendimientos medios, tiempo libre para el campesinado, tratamiento correcto a la ganadería, adaptación de la carga ganadera a la tierra, etc. que finalmente se demuestran mucho más favorables para las y los agricultores. El modelo intensivo y de endeudamiento es trabajar sólo para beneficio de las entidades bancarias.
- La y el pequeño productor campesino tiene, por lo tanto, poco interés para la industria financiera, así que resulta también muy importante generar circuitos de ahorro-crédito lo más autónomos posibles y bajo estrategias políticas claras. Este es uno de los retos de la banca ética y otras alternativas financieras solidarias aplicado al mundo rural. Es necesario construir alternativas (entidades, no productos) que operen de acuerdo con otros valores para hacer posible proyectos sólidos y sostenibles, como los que construyen soberanía alimentaria.
- La base del ahorro campesino que estuvo durante mucho tiempo en espacios colectivos y cooperativos como las cajas rurales, ha quedado prácticamente extinguido. Pero las alternativas son posibles y ya existen. Inversiones pequeñas o inversiones importantes, han sido posibles con entidades y grupos éticos. De la misma manera que las entidades financieras suponen el auténtico núcleo (corazón) del sistema económico neoliberal, la banca ética debe aspirar a ser el corazón de un sistema de economía solidaria que incluya ese universo de respuestas alternativas.
- Disponemos de muchas alternativas validas para el mundo rural, reinventadas por la propia base social, y complementarias entre ellas: cooperativas de crédito, accionariado solidario, banca ética… Los recursos financieros son necesarios, no imprescindibles (no debemos renunciar a transacciones sin capital, a cesiones de tierra, a intercambio de productos, al trueque campesino…), y se requiere de un espacio social que gestione y permita instrumentos a favor de proyectos sociales y a favor de la soberanía alimentaria. Espacios con y desde el mandato social adaptados a cada realidad local.
- Los proyectos de banca ética o cooperativas de crédito se desarrollan con otros movimientos de la economía solidaria generando una doble implicación: por un lado, se construyen sobre ellos, como uno de los pilares sobre los que ir consolidando su base social, y por otro, orientan su actividad de intermediación financiera en la línea de reforzar otras propuestas de alternativa y la propia cohesión de la economía solidaria. La banca ética es mucho más que un proveedor de los movimientos de alternativa. Los necesita en su base social, en sus estructuras de participación, en sus órganos de gobierno… Ahí radica uno de los elementos de alternativa más importantes de la banca ética.
- La financiación ética puede fortalecerse más aún si cuenta con el apoyo de las administraciones públicas, cuyo compromiso con una esfera financiera más responsable debe ser nítido. Es necesaria una regulación específica para este sector a nivel europeo, que recoja el valor de lo que son, como ellas mismas han destacado en muchas ocasiones: buenas prácticas que favorecen la cohesión social.
- En las diferentes fórmulas de financiación alternativa es clave la participación social para su correcta gestión. En el caso del mundo rural, como ya ocurre en algunos casos, deben de ser los mismos sindicatos agrarios o movimientos campesinos los que marquen la política bancaria a desarrollar. Los instrumentos financieros deben regirse bajo una visión clara del modelo campesino –la soberanía alimentaria- fundamental para revitalizar el mundo rural.
SERVICIOS FINANCIEROS PARA LAS MUJERES EN LA AGRICULTURA. ¿QUE OPINA LA FAO?
Los servicios financieros como el ahorro, el crédito y los seguros brindan oportunidades de mejorar la producción agrícola, la seguridad alimentaria y la vitalidad económica de los hogares, las comunidades y los países. Muchos estudios han demostrado que cuando mejora el acceso directo de las mujeres a los recursos financieros, aumentan las inversiones en capital humano, en forma de salud, educación y nutrición de los hijos e hijas.
Los datos disponibles muestran que los mercados de crédito no son neutrales desde el punto de vista de género. Los obstáculos legales y las normas culturales, en algunos países, impiden a las mujeres ser titulares de una cuenta bancaria o suscribir contratos financieros por derecho propio. En general, las mujeres tienen menos control sobre los tipos de activos fijos que suelen ser necesarios como garantía para los préstamos.
Debido a la discriminación institucional ejercida por las entidades de crédito públicas y privadas, a menudo las mujeres ven restringido su acceso al mercado u obtienen préstamos de menor cuantía que los concedidos a los hombres para actividades semejantes. Algunas fuentes cifran en un 1% del crédito mundial el porcentaje al que tienen acceso las mujeres.
El estado mundial de la agricultura 2010-2011. FAO
LOS TIBURONES VERDES
Ya han llegado a nuestro país capitales privados interesados por proyectos alternativos que no son más que nuevos fondos de riesgo que buscan una oportunidad económica en la crisis económica actual. Con la minimización de la esfera pública y con la actual crisis del mercado hipotecario y financiero, hay mucho dinero en circulación que busca (y encuentran) espacio para invertir en bienes comunes como la tierra o el agua; o en actividades económicas reales (no especulativas) ligadas a la agricultura que pueden asegurar un buen retorno.
La falta de crédito en la banca convencional, y la aún poca capacidad de la banca ética, hace que la aparición de estos fondos tenga mucha receptividad, pero debemos analizarlos y cuestionarlos a fondo, porque aunque hay iniciativas dispuestas a financiar actividades con verdaderos fines sociales, nos podemos encontrar con una nueva etapa del capitalismo que llega con ‘inversiones verdes’ para resolver la crisis actual.
La experiencia de la financiación que ofrece por ejemplo la Fundación Bill & Melinda Gates es claramente preocupante: sin gobiernos, ni instituciones, son ellos los que programan el desarrollo rural en África, y han escogido un camino muy rentable para sus inversiones, pero muy negativo para la población local: la agricultura industrializada en África. En este caso, ¿es compatible la construcción de la soberanía alimentaria con estos fondos de riesgo? Evidentemente no, no sepuede trabajar para dar de comer al capital privado.
Fuente: Revista Soberanía Alimentaria, biodiversidad y culturas