Consumo de carne, ¿consumo responsable?
El consumo no responsable de carne acarrea problemas de salud, económicos y ecológicos. Más allá del polémico maltrato a los animales, conviene reflexionar sobre las consecuencias del consumo excesivo de carne en los países ricos y su paulatina extensión a la población mundial
Según la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), la alimentación animal consume el 95% de la producción mundial de soja y el 44% de la de cereales. Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, la mitad de la pesca mundial se utiliza para piensos.
La producción animal consume 25 veces más recursos energéticos y naturales que los necesarios para producir la misma cantidad de proteína vegetal. De cada 16 kilos de cereales y legumbres dadas al ganado vacuno, se obtiene un kilo de carne: 10 hectáreas de legumbres alimentan directamente a 61 personas al día. La misma cosecha empleada como alimento para ganado sólo proporciona alimento a dos personas. Una hectárea de soja produce 5 kg. de proteína vegetal que alimentaría a 70 personas en un día. La misma soja destinada al ganado proporciona ½ kg. de carne, ración diaria para 3 ó 4 personas. En definitiva, la producción ganadera actual en el mundo consume una cantidad de alimento equivalente a las necesidades calóricas de 8.700 millones de personas, superior a la población actual sobre la tierra.
El agua, un recurso imprescindible para la vida, es cada vez más escaso. Para obtener un kilo de carne, arroz o trigo se necesitan, respectivamente, 20.000, 454 y 227 litros de agua. Además, la producción ganadera contamina el agua diez veces más que los humanos y tres veces más que la industria. Cada segundo, 125 toneladas de residuos procedentes de la ganadería industrial y la industria cárnica, se emiten contaminando los ríos y produciendo gases tóxicos como amoníaco, metano y dióxido de carbono que afectan a la capa de ozono y contribuyen al efecto invernadero.
La ocupación del territorio avanza: "millones de hectáreas de selva y bosque son destruidos cada año, se convierten en tierra de pastoreo y en cultivos utilizados exclusivamente para alimento de animales", contribuyendo así a la desertización del planeta. Cada año, 300.000 km2 de selva tropical se destruyen para habilitar pastos para ganado.
A pesar de estos problemas, hay quienes dan un paso más y se deciden por el consumo de carne ecológica. Algunos productores explican así la cría ecológica: “Los terneros, además de amamantarse de sus madres y comer hierba durante un período entre 5 y 7 meses, se alimentan con materias primas de producción ecológica que se adquieren directamente a los agricultores que cumplen, con la normativa ecológica de la Unión Europea. No se emplean abonos químicos de síntesis, herbicidas ni ninguna otra sustancia que pueda causar daños al entorno. Una vez apartados de sus madres, los terneros se alimentan entre 5 y 9 meses con pasto, forrajes y piensos ecológicos. Como viven al aire libre, juegan, pelean y refuerzan sus músculos, sus carnes resultan mucho más tiernas y jugosas.”
La producción de carne ecológica nos enfrenta a una paradoja: se despliegan más recursos naturales y se acentúa aún más el carácter elitista del consumo cárnico. Desde la agroecología y el consumo responsable, no es sostenible ni tolerable nuestro consumo de carne actual, pero la solución no parece ser pasarnos a la carne ecológica. Aspirar a que toda la población mundial pueda acceder a comer carne es difícil. Pretender que sea ecológica, impensable.
Ana Pérez y Alfonso Berrocal, Grupos Autogestionados de Konsumo - se.oohay@dirdamskag