Argentina: la insustentabilidad del cultivo de soja
Deforestación, pérdida de suelos, incremento en el uso de plaguicidas, exclusión social y pérdida en la diversidad biológica y cultural. La Argentina se ubica en el segundo lugar dentro de los países productores de cultivos modificados genéticamente, casi 15 millones de hectáreas bajo este sistema de cultivo altamente dependiente de un paquete tecnológico basado en insumos químicos con fuerte impacto en la diversidad biológica
Introducción
El llamado “proceso de modernización” de la agricultura iniciado en la década del sesenta con base en la utilización de semillas mejoradas, agroquímicos y maquinaria de alta capacidad operativa se continúa en la actualidad con la adopción de los cultivos transgénicos.
Esta situación se relaciona con una serie de procesos sociales y económicos que se dan en la Argentina desde 1975 - planes económicos de corte liberal, elevación del mercado por sobre el estado – dentro de los cuales los pequeños y medianos productores encaran estrategias de resistencia con las cuales subsistir.
Mas de 150.000 pequeños y medianos productores han desaparecido en la últimos 14 años al no poder “adaptarse” a esta situación macroeconómica con altos impuestos, elevados precios de los insumos y dependencia de precios internacionales. Todas variables fuera de su control. Cerca de 400.000 personas que dependían de la agricultura no sólo para obtener alimento sino para mantener viva la identidad cultural, han migrado a las grandes ciudades o se mantienen en la pobreza dentro sus propios predios.
La caída en la rentabilidad y el endeudamiento determina la cesión de los predios a nuevos actores económicos en la actividad agrícola: Fondos de inversión, Pools de siembra, grandes empresas transnacionales que visualizaron a la agricultura como un espacio económico en el cual es posible realizar negocias rentables, seguros y a corto plazo.
Dado que en estos agentes prima más la rentabilidad económica que el impacto de sus prácticas sobre los recursos naturales se exacerba el desarrollo de una agricultura de tipo industrial en la Argentina.
Un tipo de agricultura, sin agricultores, donde se sobrepone el pensamiento de la rentabilidad a corto plazo y el uso irracional de los recursos al de su uso sustentable.
Una de las consecuencias de esta expansión es la concentración de tierras en un menor número de empresas y entre ellas de capital extranjero.
La concentración económica también ha llevado a que grandes monopolios integrados verticalmente – Provisión de insumos, producción, distribución y procesamiento- dominen la escena productiva relegando a los productores a la ejecución de etapas, dentro del proceso global, menos rentables o más riesgosas.
Las instituciones nacionales encargadas de la fiscalización de los OGM – que no tienen miembros de asociaciones de consumidores o del resto de la sociedad civil - permiten la libre asociación entre las empresas productoras de OGM y las instituciones pertenecientes al estado, retacean la información, restringen el debate sobre la utilización de transgénicos sólo al ámbito científico.
La incorporación de tecnología - semillas transgénicas, agrotóxicos, maquinaria para la siembra directa - se presenta cada vez más inaccesible para los pequeños productores. En principio se trata de tecnologías costosas, que requieren, en especial la maquinaria, una fuerte inversión inicial. Por otra parte como se trata de tecnologías “de escala” requieren para su utilización eficiente, desde el punto de vista económico, una mayor cantidad de tierras para el cultivo.
De esta manera año tras año se incrementa la unidad económica provocando la necesidad de obtener mayor superficie para el cultivo de vegetales ya sea por el arriendo por un período corto de tiempo, como por su adquisición definitiva.
Para aquellos productores que se mantienen en la actividad, las estrategias productivas quedan cada vez mas limitadas a las decisiones que se toman fuera de su propio predio, tanto por parte de los proveedores de insumos como de las empresas transformadoras, que en general reconocen la pertenencia a los mismos capitales con diferente nombre comercial. Si bien se facilita el acceso a los insumos, a mayores costos, se restringe el margen de decisión frente a las empresas agrupadas en el complejo agroindustrial.
El Herbicida Glifosato: Incremento en las ventas e incidencia en el ambiente
El problema de los cultivos transgénicos también se relaciona con los agrotóxicos asociados en el paquete tecnológico, tal es el caso del herbicida glifosato. Este producto además de dañar la biodiversidad fomentando la aparición de malezas resistentes y la expansión de las tolerantes, se relaciona con el surgimiento de problemas en la salud humana y en los cultivos aledaños a las plantaciones donde es aplicado.
Las aplicaciones aéreas de glifosato han provocado tanto la destrucción de cultivos sensibles al herbicida como intoxicaciones, en algunos casos seguidas de muerte, de las personas que se hallaban trabajando o residiendo en las cercanías.
Mientras que las ventas crecientes suponen un incremento en las ganancias y en el patrimonio de la empresa productora, Monsanto, a la vez incluye grandes riesgos ecológicos y para la salud.
Al respecto, las intoxicaciones con glifosato pueden causar, en forma aguda, hinchazón de los pulmones, dolor gastrointestinal, obnubilación de la conciencia, neumonía, vómitos, irritación de ojos y de piel y destrucción de los glóbulos rojos.
Como efecto crónico se anunciaron evidencias en torno a daños pulmonares, problemas de fertilidad y anomalías cromosómicas.
Este herbicida es cien veces más tóxico para los peces que para los seres humanos, también es tóxico para las lombrices de tierra, las bacterias y hongos benéficos del suelo.
Los graves problemas tóxicos de este producto no provienen tan sólo de sus ingredientes activos, sino también de sus componentes “inertes”, concebidos para que el producto opere en forma “más eficiente”. Entre ellos el más importante es el surfactante conocido como POEA cuya dosis letal es tres veces más grande que la del propio herbicida. Otro componente inerte es la isopropilamina, sustancia extremadamente peligrosa y destructiva para el tejido de la membrana mucosa y vías respiratorias superiores.
Dado su impacto, claramente se desprende que no se trata de un producto “amigable” con el ambiente, seres humanos incluidos. Al respecto existen antecedentes de fuertes cuestionamientos y acciones judiciales llevadas contra Monsanto en los estados Unidos, por la utilización de los términos “biodegradable” e “inocuo para el medio ambiente” en sus envases y publicidad.
En la actualidad, cerca de 10 empresas ofrecen este producto en el mercado. Ante semejanzas de los productos activos, las empresas basan sus estrategias de posicionamiento exaltando las virtudes de su producto frente situaciones ambientales, ecológicas y edáficas extremas.
CÓMO IMPACTAN LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS EN LA ESTRUCTURA AGRARIA
A- Impacto Social
Como toda tecnología, en este caso de tipo biológico, las semillas genéticamente modificadas poseen impacto dentro de la sociedad en la cual son utilizados, ya que producen una modificación y por ende cambios en la retribución de los factores de producción puestos en juego.
En el caso de la Soja RR al basar su estrategia de control de malezas en la aplicación de herbicidas se observa una disminución en la demanda de mano de obra en todas las tareas vinculadas directa o indirectamente con este proceso: a-Preparación de la cama de siembra. b- Aplicación de herbicidas. c- Control mecánico de las hierbas y d- “Repasos” manuales para el control de las malezas más resistentes.
B- Impacto Económico
Las semillas transgénicas son entre un 30 a un 40 % más caras que las convencionales, si a eso le sumamos las regalías, derechos o royalties que la empresa Monsanto pretende cobrar a los productores Argentinos por la utilización de semilla original o la reutilización de la proveniente de la propia cosecha se evidencia una elevación del costo de producción que solo se redujo circunstancialmente por una reducción en el precio de los herbicidas.
Durante el proceso de expansión de la soja entre los productores – años 1996 a 2004 - la empresa Monsanto se abstuvo de cobrar derechos de obtentor como una manera de facilitar su aceptación, en la actualidad cuando casi el 100% de la soja que se siembra es transgénica, la empresa monopólica decide cobrar esos derechos. Los productores ya no pueden sembrar semillas convencionales.
Una situación similar ocurre con el herbicida glifosato donde se produjo un incremento de precios cercano al 55% durante la campaña de siembra 2004/2005, con la dado por la dependencia de los productores a este herbicida ante la aparición de malezas resistentes y plantas silvestres que se convierten en malezas.
Esta elevación de los costos productivos, que en la actualidad se relacionan con una reducción en los precios internacionales de la soja, determina la necesidad de hallar un tamaño predial óptimo, situación que lleva a los productores ha ceder a otras empresas la ejecución de determinadas tareas productivas que ellos mismos realizaban. Este cambio no sólo implica una transferencia de ingresos a otros sectores económicos sino una cesión en la toma de decisiones acerca del momento óptimo y del modo en que se realizarán las tareas.
Estas tareas suelen ser llevadas a cabo por grandes empresas de servicios donde prima el interés de obtener una adecuada rentabilidad más que el de desarrollar una tarea en forma eficiente, además no se tiene en cuenta el impacto ecológico y social de la actividad desarrollada.
C- Impacto en las estrategias productivas
Las labores de preparación del terreno para la siembra
Para el caso de la soja RR, la incorporación de semilla transgénica se traduce en una disminución en la cantidad de labores de preparación del suelo ejecutadas bajo las diferentes modalidades: labranza vertical, convencional o siembra directa -.
Se reemplaza una forma de manejo de las malezas que puede ser planificada por el productor, como las labores, por el control químico basado en aplicaciones del herbicida glifosato. Según entrevistas realizadas a productores se han contabilizado hasta cuatro aplicaciones de herbicidas efectuadas en un mismo ciclo de cultivo.
La falsa promesa de la reducción en el uso de insecticidas y herbicidas
Uno de los argumentos que en mayor medida fueron esgrimidos por los representantes de las empresas y del sector científico argentino es aquel que relaciona la utilización de OGM con la reducción en la demanda de herbicidas, situación que beneficiaría a los productores dada la merma en el costo de producción, a los trabajadores por la reducción en el riesgo que implica la manipulación de agrotóxicos y al ambiente por la reducción en los índices de contaminación.
En estos 10 años de utilización continua de semillas modificadas genéticamente, las predicciones no se han cumplido, por el contrario se observa un cambio en el tipo y formulación de los herbicidas utilizados pero no una reducción efectiva en su utilización.
Es así que de aplicar más de 60 tipos de formulaciones químicas tanto en las tareas de pre-siembra, como en las de pre- emergencia y post emergencia del cultivo se pasó a utilizar sólo dos formulaciones el 2, 4 D y el glifosato en las diferentes etapas del cultivo como herramienta única para el control de las malezas.
Si bien el herbicida glifosato es de amplio espectro, eliminando tanto a hierbas de tipo dicotiledóneas – hojas anchas- como a las monocotiledóneas – hojas angostas -, da el caso de hierbas que se vuelven resistentes a las dosis recomendadas por la empresa fabricante. Se presentan dos fenómenos que reconocen una misma raíz ecológica:
a- La aparición de nuevas malezas – vegetales tolerantes al herbicida - dado el espacio libre que queda ante la desaparición de otras plantas – noción de nicho ecológico-
b-La aparición de resistencias genéticas, que pueden trasladarse a las nuevas generaciones de plantas – noción de resistencia-.
Impacto en vegetales emparentados
Tanto los OGM como los herbicidas asociados pueden tener cierta incidencia en vegetales diferentes a los modificados genéticamente.
Una de estas situaciones se plantea en la deriva genética. En este caso puede ocurrir una polinización cruzada o transferencia horizontal de genes. En el primer caso los genes de la planta modificada pueden viajar, en el polen, a plantas de la misma especie alterando su composición, también pueden cruzarse con plantas silvestres emparentadas recreando por ejemplo malezas difíciles de combatir.
Un caso testigo a tener en cuenta es la situación planteada en México, lugar de origen del maíz, donde es posible el pasaje del gen Transgénico a dos de sus parientes silvestres, el teocinte y el tripsacum
Investigaciones recientes han demostrado que el polen de plantas OGM pueden viajar a más de un kilómetro y así fecundar a otras plantas. Existe el peligro de recrear plantas que escapen no sólo del control de los seres humanos sino de los ciclos naturales.
Impacto sobre los vegetales No transgénicos
En principio el polen de las plantas transgénicas puede llegar a otras plantas cultivadas modificando su estructura y su calidad alimentaria. En este caso pueden afectar severamente a aquellos vegetales que los productores cultivan en forma agroecológica, los cuales ya no podrán comercializarse como un producto especial al no cumplir con las normas establecidas por la legislación que regula la producción y comercialización de productos orgánicos.
Las exigencias actuales para productos no transgénicos es que la presencia de OGM no sobrepase el 1% (Acotado por la polinización espontánea sumada a la posible contaminación en los depósitos y transporte. Es de suponer que este margen será sobrepasado dada la actual difusión de los cultivos OGM. Al respecto, certificadoras de producción orgánica de Estados Unidos, han denunciado públicamente la contaminación generalizada con OGM para la soja, maíz y colza, cultivos que en Estados Unidos han tenido una considerable difusión con granos transgénicos.
D- El impacto en la salud
Existen indicios que permiten afirmar que la ingestión de algunos tipos de alimentos conteniendo OGM o sus subproductos poseen impacto en la salud.
El primero en observar la posible incidencia del consumo de OGM en la presentación de enfermedades fue el bioquímico Húngaro Arpad Pusztai quien observó en ensayos de laboratorio, que ratas alimentadas con OGM presentaban ciertas lesiones cerebrales junto a crecimiento anormal del hígado, daños que no presentaban los animales alimentados con productos libres de transgénesis.
Los OGM son capaces de producir diferentes tipos de alergias en el cuerpo humano al no estar preparado el sistema digestivo para asimilar proteínas diferentes a las presentes en los alimentos habituales.
En este caso no es factible detectar estas anomalías si no se tienen indicadores claros, sensibles y precisos para identificarlas Es posible que tal como ocurre con las intoxicaciones con plaguicidas los casos de alteraciones en el metabolismo humano a causa de los OGM se traten por sus consecuencias, esto es la manifestación visible, y no por verdaderas causas. Sin indicadores no hay posibilidades reales de detección.
Respecto a los virus utilizados como marcadores del inicio y fin de la secuencia introducida pueden mutar y recombinarse creando un nuevo virus. El comportamiento de los virus suele ser errático e imprevisible, la recombinación puede generar un nuevo virus, una forma más virulenta de los ya conocidos o incrementar su capacidad virulenta para infectar a un mayor número de animales hospederos.
Para reflexionar...
Las predicciones acerca de las estrategias a seguir por la empresa Monsanto una vez que monopolizara el mercado se están cumpliendo. Luego de nueve años de venta libre de semillas, de un bajo control, cuando casi la totalidad de la semilla de soja utilizada es transgénica, la empresa decide cobrar regalías. Primero amenazó con retirarse del mercado Argentino cerrando sus plantas de producción y distribución de semillas, luego con cobrar un porcentaje de los ingresos obtenidos por los productores en los puertos de destino de la soja exportada.
A juzgar por la rapidez con la cual esta operando el gobierno Argentino tales presiones están surtiendo efecto. Sea por una ley o por un decreto de necesidad y urgencia se prepara el andamiaje legal que permitirá a Monsanto no solo cobrar regalías por la semilla original sino también por la semilla proveniente de la autoproducción – un 60% de las regalías originales -.
La aceptación, con niveles muy bajos de críticas, por parte de los productores tiene que ver con la búsqueda de mantener la rentabilidad económica empresarial, aunque esto implique sacrificar estabilidad económica y ambiental. Esta situación esta relacionada con la aparición de nuevos agentes económicos que dominan a la producción agrícola, agentes en los cuales predomina el fin de lucro, el de obtención de una rentabilidad elevada a corto plazo aunque esta situación implique un fuerte impacto ambiental. Agentes económicos que no residen en el predio, quizás hasta no lo conocen, por lo cual son incapaces de percibir los cambios en el suelo y el ambiente que produce el monocultivo de soja transgénica.
Presentar en forma errónea y manifiesta a los OGM como cultivos capaces de “abrir pueblos” y “generar puestos de trabajo” no encuentra asidero en la realidad dado que a su paso estos cultivos y sus insumos asociados sólo generan deforestación, concentración de la tierra y más pobreza.
Las tecnologías no pueden, dada su especificidad y características, resolver problemas generados en otras orbitas. Los cultivos modificados genéticamente no podrán modificar las dimensiones políticas y económicas que enmarcan la actividad agraria en la Argentina..
La biodiversidad agrícola esta siendo fuertemente amenazada con ella la capacidad de sustento de amplias capas de la población máxime las comunidades campesinas.
La deforestación de montes y selva virgen a fin de implantar el monocultivo ocasiona la perdida de especies silvestres utilizadas en la alimentación, la medicina natural y como forraje para los animales.
La utilización de semillas OGM, dentro de un marcos contextual en el cual sobresale la concentración empresarial en la producción de semillas junto al patentamiento y firma de contratos, restringen el marco de toma de decisiones estratégicas por parte de los productores.
Los mas de seis millones de productores que utilizan OGM en el ámbito mundial no representan un voto de confianza a esta tecnología como manifiestan las empresas biotecnológicas, por el contrario son una manifestación de la vulnerabilidad y baja resistencia de los gobiernos de los países del tercer mundo a las presiones de las empresas multinacionales asociadas a estrategias productivas que no incorporan la dimensión social y ambiental de todo emprendimiento humano. Ávidos de captar recursos monetarios a fin de hacer frente a los compromisos con los organismos multilaterales de crédito ceden la iniciativa en la planificación y decisiones geopolítica a empresas trasnacionales.
A los productores y consumidores nos asiste un derecho propio e inherente de tomar nuestras propias decisiones acerca de cuales especies se van a cultivar y bajo que modalidad productiva. Se trata de repensar nuestra relación con el ambiente de manera tal que se lo tome como un conjunto de factores interrelacionados e interdependientes de los cuales depende nuestra propia vida.
Debemos incorporar las dimensiones políticas, sociales, ambientales, culturales y antropológicas en la planificación de las actividades agropecuarias, solo así seremos capaces de producir alimentos para todos los habitantes de este país y no tan solo soja para alimentar ganado estabulado en Europa o China.
Una agricultura con agricultores capaces de emprender actividades agropecuarias sustentables desde el punto de vista económico y ecológico. Actividades incluyentes y con equidad de género, intra e intergeneracional.
Ing. Agr. Javier Souza Casadinho
Centro de Estudios sobre Tecnologías Apropiadas de la Argentina -CETAAR-
Red de Acción en Plaguicidas de América Latina -RAPAL-
Marcos Paz, Buenos Aires, Marzo de 2005