A rapaza das cabras y otras experiencias singulares
Experiencias de jóvenes que hacen del campo y la Soberanía Alimentaria su medio y forma de vida.
Desperté del letargo de la vorágine urbanita y decidí que había llegado la hora: quería compartir mi vida con animales – que tenían que ser cabras-, debía buscar más coherencia entre mis actos y mis sentimientos. Decidí zambullirme de un salto en el mundo natural y …desperté en una aldea gallega rodeada de bosque autóctono.
Descubrí un pedazo de tierra salvado de la reforestación de pinos y el monocultivo de eucaliptos. Un paraíso de duendes, meigas, musgo, líquenes, robles, castaños, manzanos, encerrados en un laberinto de zarzas, tojos y otros arbustos hirientes. Y a un ser igualmente fascinante entregado al cuidado de un rebaño de cabras. A través de sus ojos de pastor constante, de cuidador minucioso, de ordeñador devoto, de amante de la leche y sus posibilidades, de observador privilegiado, de aprendiz aplicado de la naturaleza, de precoz visionario y practicante de una forma de vida más consciente, yo aprendí otras formas de mirar.
Que yo no soy como pensaba que era, sino que puedo ser mucho más. Mucho más fuerte, más valiente, feroz, mucho más lunática, desorientada, introvertida, inestable, mucho más sensible, cruel, sana, mucho más sabia, más libre.
Que el tiempo no existe, pero sí los ciclos, los ritmos y las estaciones, y que se suceden en continuo cambio. Hay una vibración que une a las especies y las equipara: seres humanos y animales formamos parte de un lenguaje sin palabras, un idioma de sentimientos y necesidades compartidas que estructura la comunicación entre pastor y rebaño, también con el resto de seres del bosque.
Que la tarea de cuidar no es un trabajo, sino una responsabilidad de doble filo. Si puedes proyectar y recibir amor en todo lo que haces, tu vida es tan plena que quieres agradecer a gritos tu suerte, desde que te levantas al alba con ilusión desbocada, hasta que llega la noche y sigues trabajando bajo un cielo lleno de estrellas, sin farolas que te estorben.
Que si no eres capaz de entender que el esfuerzo es crecimiento, que los contratiempos son aprendizaje, que el abatimiento no es la medida del límite de tus fuerzas, sino de tu paciencia, tu tarea puede ser un desesperante infierno que no conoce de horarios, días festivos, ni treguas.
Averigüé que un rebaño de cabras parece un ejército de cuadrúpedas cornudas que avanza implacable por el bosque. Sin miedo al dolor, porque no se pinchan, penetran entre macizos de arbustos espinosos, y los muerden, patean y cornean, hasta dejarlos reducidos a nada. Que su paciencia siempre triunfa: las zonas por las que pasan ellas a diario están suavizadas, despejadas, comunicadas por mil sendas y senderos, y resultan amables al caminar. Son una gran familia de labradoras, abonadoras y sembradoras. Son diseminadoras de excrementos vegetales rebosantes de semillas que, además de fertilizar la tierra, la fecundan de biodiversidad. Son excelentes jardineras, que recortan lo que sobra, lo que impide pasar a unos y crecer a otros; y fortalecen lo que debe permanecer, lo que se arraiga con fuerza, sujeta la tierra y convoca la lluvia. Son las ingenieras que diseñan y modelan el paisaje.
Pero también observé que, a medida que el bosque se hacía más benévolo, fue convirtiéndose en un atractivo y suculento botín para cazadores y leñadores. Los cazadores aumentaron su número a medida que los animales salvajes iban disminuyendo. Los días en que el monte estruendaba disparos, los lobos se abalanzaban sobre nuestro rebaño, a falta de otras presas menos domésticas que comer. Los taladores entraban hasta el mismo corazón del bosque, ya sin trabas que frenen sus máquinas, y arrebataban de allí a sus miembros más ancianos. Centenarios. No olvido las palabras dolidas del pastor: « ¿cómo se calcula el dióxido de carbono que secuestra un árbol cada año, el oxígeno que regala, la lluvia que contribuye a producir; cómo pesar las toneladas de bellotas que alimentan a tu rebaño durante meses; cómo reponer a un ser que ofrece refugio a miles de especies? Son árboles a los que me he subido para buscar y llamar a mis cabras desde su copa, árboles en los que he descansado bajo su sombra en días de 40 grados de temperatura, árboles a los que he puesto nombre y me ayudan a orientarme en el monte. Se me parte el corazón»
Un rebaño de cabras es toda una cuadrilla de agentes forestales que trabaja sin descanso y con placer, que se abastece de lo que el Sol y la Tierra les provee, que no reclama ningún sueldo y sin embargo cede los frutos de su vientre y sus ubres para nuestra alimentación. Hacen el trabajo duro sin necesitar nada. Ni un pastor que les guíe hacia los mejores pastos, porque ellas ya saben encontrarlos y administrarlos. Ni al perro que las obligue a reunirse cuando ellas se disgregan en pequeños grupos, pues eligen repartirse las zonas de pastoreo de manera que todas pueden comer más y mejor. A lo sumo, necesitan un guardián que las proteja de los lobos.
Los pastores, las pastoras sí necesitamos. Necesitamos poder vivir de nuestro trabajo. Cobrar un sueldo digno que compense las incontables horas que dedicamos al cuidado de animales y bosque; que la venta de los productos derivados de las cabras puedan ser pagados a un precio justo, razonable tanto para las y los productores como para las y los consumidores; que se eliminen pronto las trabas legales que hacen impagables los costes impuestos de veterinarios, intermediarios, etc.; necesitamos poder compartir y repartir el trabajo, hacer turnos entre más de una persona para disfrutar de tiempo libre y recuperar fuerzas -físicas y emocionales- que nos permitan seguir desempeñando nuestra labor diaria con ilusión, convencimiento y amor (la única manera de hacer bien este trabajo). Una actividad tan maravillosa como es el pastoreo debería poder compaginarse con otras necesidades de realización personal.
Porque lo único de lo que se carece en mitad del monte es de otros seres humanos afines. Cuando los animales se convierten en tu familia y la naturaleza en tu casa, echas de menos a otras personas que te recuerden el lenguaje hablado, el pensamiento abstracto, y además la conciencia de grupo, de pertenencia a otra manada, a una especie, a algo que se extiende más allá de ti misma, y por tanto, te prolonga. “Quien hambre tiene con pan sueña”- dice un refrán.
El rebaño que posibilitó mi extraordinaria vivencia no es viable económicamente en el modelo de agricultura y sociedad impuesto. En estas circunstancias, el pastoreo no es digno, y sin pastores, pastoras, ni cabras, el bosque volverá a rodearse de espinos. Ysin limpiadoras que eliminen el material combustible, es fácil que perezca como pasto de las llamas.
¿La civilización me arrastraba de nuevo a su insomnio sin sueños? Aún no. Soñé una noche con el Bosque, y con una pequeña comunidad que vivía de, por y para él. La comunidad acudía a consultarnos a las y los pastores antes de adentrarse entre los árboles, porque éramos los Comunicadores del Bosque. Nosotros, quienes más le conocíamos y a diario le recorríamos, recibíamos sus deseos y necesidades, sus bendiciones y agradecimientos, y los transmitíamos al resto de los habitantes. Soñé que juntos disfrutábamos de una vida sencilla, plena y en armonía con la naturaleza. ¿Seguimos durmiendo, o despertamos de una vez?
Elena Blazquez. Pastora
LOS VALORES DE LA HUERTA
Una de las cosas que más me satisface de la senda colectiva que emprendí con el proyecto AGRANDA LA OLLA (huertos, granja , artesanía, etc) es el descubrir que se puede vivir bien, mejor incluso, con menos. Creo que es una mezcla entre la satisfacción de autogestionarse las necesidades de cada persona y el darse cuenta de lo relativo de las necesidades percibidas.
La autogestión de las necesidades nos colma de manera mucho más plena que la infinidad de bienes y estímulos constantes con la que nos engaña la sociedad de consumo. La sensación de realización personal que conlleva relativiza incluso el resultado material, aunque ¿acaso no me sabe mejor la comida que cultivo? ¿no siento más mi casa como un hogar cuando lo he construido con mis manos?.
Por otro lado el darse cuenta que con muy poco se puede ser feliz otorga una gran sensación de libertad y nos libera de muchas metas inalcanzables. Descubrir que muchas cosas no las necesitamos , no nos hacen más felices o que sin ellas podemos vivir bien es muy tranquilizador y nos obliga a reflexionar que, a partir de cierto punto, nuestra felicidad depende, como decía Facundo Cabral, de tener menos para tenernos más.
Mikel Oleaga (Agranda la Olla). www.agrandalaolla.org
MANTENER UN OFICIO VIVO
Me dedico en cuerpo y alma a la producción agroecológica de carne de cabrito en Querol, Tarragona, para mantenerme vivo y viviendo en un medio rural despoblado y un territorio inhóspito dibujado por bosques, campos abandonados, runas, ríos y acantilados. Y por amor, así de claro. Por amor al paisaje en cada estación, a los ríos, a las horas de sol, a la lluvia, al frío, a las montañas, a su historia, a sus leyendas, a sus batallas, por amor a lo silvestre, al silencio, a la soledad… y sobre todo por amor al rebaño de cabras a las cuales pertenezco, y al fin y al cabo por amor a la libertad de querer seguir siendo parte de todo eso…
El reto es pues aceptar los límites que impone la realidad y encontrar caminos por donde seguir avanzando… la única manera de existir es resistir, y la única manera de resistir es existir… Para ello la necesidad de conocer, difundir y compartir otras iniciativas y proyectos.
En un camino lleno de mil obstáculos: el acceso a la tierra el principal, todo tiene dueño, algunos ceden su uso otros simplemente especulan. El desprecio institucional, el silencio administrativo, el pésimo asesoramiento técnico, la falta de cooperación del sector… La dicotomía campo-ciudad, el desconocimiento de lo que significa producir un alimento a todos los niveles… la falta de comunicación fluida con las personas consumidoras, siendo este el obstáculo que más nos urge solucionar pues de ello depende nuestra supervivencia en el futuro.
En este camino rural mio, influye el mantener la esencia del proyecto productivo, que intenta seguir las bases de la agroecología, es decir, producir en un entorno territorial concreto, adaptándome a los recursos naturales disponibles, y desarrollar una actividad productiva sostenible, perdurable en el tiempo, sin agotamiento de recursos, y manteniendo una economía viable que permita seguir desarrollando dicho proyecto. En resumen, si la soberanía alimentaria implica desarrollar proyectos ecológicamente sostenibles, culturalmente adaptados, económicamente viables y socialmente aceptados, entonces ese es el camino que emprendí y por el cual deseo seguir avanzando.
Edu Balsells Martínez. Asociación La Gaiata. www.ramatsalbosc.org
UNA FORMA DIGNA DE VIDA
Karrakela es una iniciativa que surge de nuestra pequeña explotación agrícola familiar en Iguzkiza, (Navarra). Somos el último eslabón de varias generaciones dedicadas al sector primario y viendo como se van desarrollando los acontecimientos decidimos no seguir la tendencia a la que nos estaba empujando la producción y distribución convencional.
En un principio creamos grupos de consumo, más tarde una página web de venta directa abierta a todas y todos los pequeños productores de la zona para poder vender directamente al consumidor, y ahora en septiembre abrimos la tienda Karrakela de productores “kilómetro cero” en Pamplona. Otro proyecto paralelo iniciado aplicando la experiencia adquirida en este trayecto es el de Revitalización de Zonas Rurales basada en la formación de personas desempleadas y a través de una bolsa de tierra, haciendo que puedan crear grupos de consumo, distribuir a través de Karrakela o creando sus propios canales en corto.
De momento contamos con dos experiencias piloto con muy buenos resultados y esperamos comenzar los cursos a finales de este año y si todo sale como está previsto contaremos con el apoyo de varios ayuntamientos de Navarra que están deseosos de crear empleo entre la juventud local. La respuesta en pueblos y entre los consumidores está siendo muy positiva y esperanzadora y aún lo es más la de las y los propios jóvenes que encuentran en el campo, no un trabajo tan idílico como en un principio pueden pensar pero sí una forma de vida digna.
UN CONTRATO CON LA ÉTICA
Cuando terminamos de estudiar agricultura bio-dinamica en Holanda SE nos presentaron dos posibilidades para empezar a trabajar. La suerte es, que si no tienes dinero pero si conciencia, hay personas en este mundo que te buscan. Hemos empezado en Mutxamel por que el dueño de la tierra donde trabajamos es muy consciente de lo que pasa en el mundo, además de mantener sus tierras ´vivas´. Y para ello tenemos un contrato de cómo hacer las cosas: no plantar árboles, solamente hortalizas; no fumigar pesticidas; que se quede todo arreglado y bonito; por un módico alquiler, etc. Su ayuda para empezar con nuestro emprendimiento es muy de agradecer, nos ha comprado algunas grandes cosas al principio como 16 km de tubería de riego, por ejemplo.
Creemos que este es el nuevo mundo, compartir lo que ya tenemos, lo que ya existe. ¡Hay gente con tierra! Lo que les falta es vivir sin miedo y compartirlas. Si las personas con tierras abandonadas conocieran nuestro proyecto se animarían a replicarlo.
Daniel Morante e Isara Belinfante, trabajamos la huerta Cel i Sol en Mutxamel (norte de la ciudad de Alicante).
ENTENDIENDO LA RENTABILIDAD
Jauregia Esnekiak, ubicado en el Valle de Baztán, es un proyecto que está siendo sacado adelante por dos parejas jóvenes que hemos decidido apostar por vivir y trabajar en un entorno rural y ofrecer a nuestro clientes la posibilidad de consumir lácteos de vacuno ecológicos.
Nuestra máxima en el trabajo es el respeto al medio, a los animales y a los consumidores ofreciendo la máxima calidad en detrimento de la cantidad En nuestra granja se ordeñan en torno a 20 vacas y un alto porcentaje de su alimentación procede de las tierras que nosotros mismos trabajamos. Transformamos la leche y nos ocupamos de la comercialización, utilizando exclusivamente los canales cortos.
El demostrar que las pequeñas granjas son rentables no solo económicamente, sino también socialmente (permite crear puestos de trabajo en entornos rurales), y medioambientalmente (aumento de la biodiversidad) es ayudar a poner un granito de arena en la soberanía alimentaria, ya que creemos que es el modelo a seguir para mantener por lo menos lo que no se ha perdido, variedades, lenguas, formas de cultivo, costumbres etc…
Otro aspecto importante en este modelo los canales cortos de distribución nos permiten a quienes producimos sentirnos más valorados social y económicamente, porque con la que está cayendo, Jauregia está capeando la situación gracias a las y los consumidores que creen tanto en nuestro proyecto, como en los productos y en nuestro trabajo.
Aitor Azkarate. Jauregia Esnekiak. www.jauregia.net
APREHENDIENDO
Me llamo Pablo y vivo en Almoradí. Estoy haciendo un curso de grado medio de Producción Agroecológica, me he animado a hacerlo por varias razones. Creo que es el futuro, el único futuro, y está muy ligado a mi manera de entender la vida, el respeto a la tierra, al ecosistema y a la salud. Yla satisfacción que proporciona y que reporta el trabajar en la tierra, la agricultura, creo que no la dá ningún oficio (exagero un poco, pero es así). Si tú cuidas la tierra, la tierra te cuida a ti. La percepción del mundo se ha de hacer con los pies en el suelo, andando o en bici, no a 100 por hora en una vía rápida.
Me ha animado también al conocer gente que desde hace años hicieron de lo ecológico su medio de vida: elaboradores de productos artesanos, consumidores de productos ecológicos, comprometidos con el ambiente, naturistas, veganos, anarquistas, comunidades, ecoaldeas, ecologistas, cooperativistas, etc… Todo lo coherente que me he tropezado en la vida.
UNA FÓRMULA INFALIBLE
Hace 4 años que hemos vuelto a la tierra de la que nuestros abuelos huyeron, en Bonastre, Tarragona, porque creemos en un mundo dónde el valor lo tienen aquellos que, con sus manos cuidan, miman y ven crecer los alimentos de tantas y tantas familias.
En Bonastre hay un potencial enorme y nuestra propuesta pretende ser dinamizadora de la agricultura y la viticultura, estando todas y todos los productores implicados. Somos un pueblo agrícola y artesano, y tenemos que luchar para que así siga siendo, y para eso tenemos que poder ser una alternativa económica/laboral para la gente que vive en el pueblo. Y sabemos que el éxito de los pequeños proyectos agroecológicos es ser capaces de enlazarse. La logística, el asesoramiento técnico, la comercialización…etc son sobrecargas que podemos compartir, porque nuestro objetivo no lo olvidemos es estar en el campo. Es complicado hablar o pensar en cooperativismo teniendo el desplome de las cooperativas agrarias en catalunya, pero no debemos confundir la mala gestión con una mala formula. La fórmula cooperativista es necesaria, si queremos un mundo mejor.
Daniel Mercader. campdelasort.cat
NUEVAS Y MEJORES ECONOMÍAS
Nuestra vida se desenvuelve alrededor del mundo rural en Asturias; social, ecológica y laboralmente buscamos nuestro nicho en ésta tierrina llena de oportunidades sociales y abundancia ecológica. El paisanaje, del matrimonio entre la naturaleza y la cultura es nuestra motivación y razón de ser. La cara más humana del mundo rural, su gente, y las formas de vivir más auténticas, son para nosotros un referente y gran soporte para poder hacer lo que más nos gusta. Desde nuestra casina en el campo cultivamos nuestra huerta, calentamos nuestro hogar y cocinamos con madera que nosotros cortamos, además de formar parte de una red de consumo ecológico, local y justo. Son pocos los sueños que podamos tener y que entre todos los que nos rodean no podamos cumplir. Todo esto es lo que nos anima a seguir viviendo aquí, y lo que nos da fuerza para superar los problemas y conflictos de una tierra en la que la ecología y la agricultura sufren de una herida sistémica causada por el desarraigo que provocan la subvenciones, la exclusión del nepotismo político y una hiriente historia de fracasos asociacionistas.
Estamos convencidos de que el poder de la economía local y social se puede utilizar para resolver muchos de los problemas actuales. Y como tal, diseñamos eventos (experiencias) que ayuden a crear una dinámica de relaciones distinta. Siendo la Soberanía alimentaria un fundamento ético en nuestra empresa, organizamos y promovemos experiencias “De la granja al plato” donde cooperamos en el establecimiento y fortalecimiento de una red de productores locales, con los pies en la tierra, y acercamos al público general con cuidado y respeto al consumo directo, la cocina en pleno campo y las recetas básicas que mantienen nuestra salud y la del planeta. Compartiendo así lo más auténtico del camino rural.
Lidia Fanjul y Sebastian Burch. www.vivir-experiencias.com
Fuente: Revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas Nro 11