"Al limitar los intercambios de semillas en determinadas áreas, Tanzania (y el resto de gobiernos que, desafortunadamente, seguirán los mismos pasos) van en contra de la libertad de los campesinos para intercambiar semillas y decidir qué cultivar, lo que resulta clave para construir, mediante la soberanía alimentaria, una alternativa al agronegocio. De nuevo se va en contra de nuestra cultura que promueve la familia, los lazos de parentesco y las comunidades que tales intercambios refuerzan."