Los pueblos campesinos tradicionales en el mundo hoy producen la mayor parte de alimentos que se consume en el planeta, situación que, ante la lucha trasnacional por el control del mercado del hambre, en donde unos pocos lucran con el sufrimiento de muchos por conseguir un bocado, los coloca como blanco de tiro principal, pues son los que no piden permiso para sembrar y en consecuencia para comer