Guerra climática contra campesinos
Los pueblos campesinos tradicionales en el mundo hoy producen la mayor parte de alimentos que se consume en el planeta, situación que, ante la lucha trasnacional por el control del mercado del hambre, en donde unos pocos lucran con el sufrimiento de muchos por conseguir un bocado, los coloca como blanco de tiro principal, pues son los que no piden permiso para sembrar y en consecuencia para comer
La modificación intencionada del clima, hoy es usada como un arma al servicio del poder en contra de los campesinos tradicionales para fortalecer a las agroindustrias trasnacionales. En el altiplano potosino, lugar sagrado huichol de Wirikuta, el daño causado este año por las jitomateras que disipan las nubes para evitar la lluvia fue especialmente grave, pues además de haber retrasado el ciclo de siembra poniendo en riesgo la cosecha por la llegada de las heladas, muchos sufrieron la mortandad de sus cabras, que perecieron al no haber hierbas en el monte por la sequedad; las que sobrevivieron, bajaron el precio en el que se pudieron haber vendido, pues su peso disminuyó considerablemente.
Estos humildes campesinos se vieron envueltos en deudas económicas que adquirieron para sostener sus familias durante este inducido estiaje y muchos de ellos estuvieron a punto de migrar, dejando a la merced de caciques regionales el control sobre sus tierras, que siempre han ambicionado, exponiendo también este lugar sagrado para los wixaritari (huicholes) al saqueo, al despojo y al deterioro ambiental, pues este grupo caciquil se ha caracterizado por devastar la zona con sus grandes hatos de ganado.
Esta atroz guerra se presenta en todo el mundo, en Alemania hubo una alarma generalizada cuando la revista Raum & Zeit, bajo el título de “La destrucción del cielo”, publicó en 2004 el tema de los llamados Chemtrails, descripción que se le asignó a las estelas químicas capaces de alterar el clima, esparcidas por avionetas que atraviesan el cielo fumigando las nubes cual si fueran fumigaciones químicas sobre campos agrícolas.
La publicación explica que estos Chemtrails fueron generados de forma artificial por el proyecto Haarp de los rusos (desde 1976) y por el de los norteamericanos en Alaska, y agrega que el líquido químico que rocía es conducido desde tanques a presión con un sistema de pulverización a lo largo de los bordes de las alas de los aviones que utilizan, que de 2 a 5 horas después de la fumigación la temperatura puede bajar hasta 7 grados y simultáneamente la humedad del aire puede caer drásticamente; el frío y la sequedad creada puede durar varios días, hasta una semana; el cielo pierde su tono azulado y tan sólo puede verse una banda blanca y pálida en el horizonte.
Un anónimo, que se declaró científico de Estados Unidos, publicó en un sitio web crítico sobre la manipulación climática que en Estados Unidos fue comprobada la aparición de anomalías en la salud de la población que habita las zonas donde se han hecho pruebas de modificación climática en los días y semanas después que ésta sucede: sangrado espontáneo por la nariz, ahogo, dolores de cabeza, trastornos del equilibrio (vértigo), cansancio crónico, aumento de epidemias de gripe, asma, conjuntivitis y pérdida de memoria a corto plazo (síntomas presentes en muchos campesinos del altiplano potosino).
El uso práctico de estas tecnologías como herramientas bélicas tiene un precedente cuando durante el ataque de la OTAN en Kosovo, en 1999, sobre el cielo de Serbia aparecieron condiciones atmosféricas excepcionales. Los satélites meteorológicos anunciaron condiciones atmosféricas con claros, mientras que sólo Serbia presentaba un recubrimiento total de nubes. El fenómeno provocó una sequía persistente, siendo al final de la campaña de la OTAN una sequía bastante prolongada y continua.
Un juicio interpuesto por el investigador italiano Rosario Marcionó, ha sido quizá el único caso en que se ha denunciado la alteración del clima ante una corte legal, presentó documentos oficiales en donde se presentan planes de Estado para la modificación del clima con diversos objetivos, la mayoría bélicos.
De acuerdo con la tesis de Marcionó, los objetivos principales documentados de la modificación climática son el de un supuesto control del cambio climático y el de colocar en el mercado especies genéticamente modificadas con resistencias climáticas. Al respecto, el Grupo ETC publicó en junio de este año que las mayores empresas mundiales de semillas y productos agroquímicos han acumulando ya cientos de patentes monopólicas sobre genes de plantas, que comercializarán próximamente como cultivos transgénicos con capacidad de resistir estrés derivado de situaciones ambientales como sequía, calor, frío, inundaciones, suelos salinos y otras. BASF, Monsanto, Bayer, Syngenta, Dupont y socios de la industria de la biotecnología presentaron 532 solicitudes de patentes en diferentes países ( http://www.etcgroup.org ).
Esta situación se presenta en México en medio de una telaraña macabra con la implementación de estrategias y financiación bélica estadunidense a través del Plan Mérida, militarización en las comunidades indígenas y campesinas, privatización de recursos energéticos, agua y tierra, agudización de una crisis alimentaria histórica, disipación de lluvia en las zonas más pobres del país y liberación de campos experimentales de transgénicos, una cruel guerra de lesa humanidad contra los pueblos.